jueves, 8 de octubre de 2020

Mi padre, nuestro amo (capitulo 3) El adiestramiento (2)

 

Salí del baño en los brazos de papá, pasamos al lado de la cama dónde Yoli seguía despatarrada y KO y llegamos ante el gran espejo que escondía la entrada a la habitación del pánico habilitada cómo cámara de juegos sado. Se detuvo ante él y durante unos segundos se estuvo mirando. Yo también miré y la imagen que vi era muy potente: desnuda sobre los fuertes brazos de papá.

—Pero que preciosa eres Ali, —dijo mientras me atraía más hacia él para poder besarme el cuello. Me dan ganas de posponer todo esto y estar follándote todo el día.

—Si papá por favor, —dije con voz entrecortada. Las palabras de papá me habían excitado aun más: si eso fuera posible.

—No mi amor, llevo mucho esperando el momento de metértela por el culo, y además todo lo que te voy a hacer me pone también mucho.

Si en ese momento me hubiera rozado el clítoris una sola vez con una pluma me habría corrido cómo una puta zorra (esta expresión cada vez me gusta más).

Me depositó de pies en el suelo y abrió la puerta. La empujo de lateral y todo el



espejo se movió hacia ese lado. Entramos al interior y la luz se encendió automáticamente. Papá cerró la puerta y entonces me di cuenta de que por ese lado, el espejo dejaba ver nítidamente el dormitorio dónde dormía mi despatarrada hermana.

Papá había empujado hacia un lado la mesa acolchada para dejar más sitio y sobre ella había un gran número de utensilios preparados: muñequeras y tobilleras, mordazas, látigos, cuerdas, vibradores de varios tipos y dispositivos eléctricos desconocidos para mi.

Cogió las muñequeras y empezó a colocármelas. Después, accionó un mando electrónico que había adosado en la pared y dos cadenas empezaron a descender del techo con una separación de un metro más o menos. Sujetó las muñequeras a las cadenas con mosquetones y empezó a elevarme hasta que mis pies se quedaron a medio metro del suelo. Mi cuerpo, estirado hasta lo imposible, marcaba mi caja torácica y papá empezó a pasar sus dedos por mis costillas. Empecé a chillar y patalear porque tengo muchas cosquillas y entonces cogió una barra separadora y la unió a mis tobilleras dejándome con la vagina totalmente expuesta. A continuación, con cuerdas, sujeto las tobilleras al suelo a unos ganchos que había escamoteados, los tensó y me privó de cualquier posibilidad de patalear o resistirme. Regresó ante mi y empezó a trabajarme las costillas mientras que con los labios me atrapaba los pezones y los succionaba. Solo podía gritar y no se cuánto tiempo estuvo pero fue mucho. Finalmente, se separó de mi y suavemente te acaricio el chocho arrancándome un gemido. Mi cuerpo sudaba a mares y brillaba a la luz de las lámparas.


Papá estuvo cogiendo algo de la mesa y regresó junto a mi: eran cables que tenían en la punta pinzas metálicas dentadas. Reparé en que sobre una mesita auxiliar con ruedas había un aparato con muchas luces y botones que estaba conectado a un enchufe. Una de las pinzas la colocó en uno de mis labios vaginales y otro lo conectó al plug anal. Se acercó al aparato, y después de estar unos segundos observándome, dio al interruptor y una descarga eléctrica recorrió mi zona vaginal. Empecé a chillar mientras mi cuerpo se tensaba. Paró y a los pocos segundos conectó de nuevo. Repitió la operación varias veces y finalmente me quito las pinzas y con el dedo acaricio mi línea vaginal. Empecé a jadear y a los pocos segundos me corrí cómo una perra mientras él sonreía.

Papá regresó a la mesa y estuvo buscando algo, después se acercó a mi portando un vibrador corto de punta redondeada y embadurnada en lubricante y que tenía en la base dos cadenitas cortas que terminaban en dos pinzas dentadas con tornillos de seguridad. Se puso a mi lado y mientras con la mano izquierda que sujetaba por el chocho, con la derecha me extrajo el plug y lo dejó caer al suelo. Después noté cómo me ponía la punta del vibrador en la estrada anal y empezaba a presionar. Claramente era un poco más ancho que el plug porque me dolió, pero papá me tenía sujeta por el chocho y eso me daba un placer enorme. Finalmente, entró y metiéndose entre mis piernas noté cómo sujetaba las pinzar a mis labios vaginales después de tensar las cadenas. Cerró los tornillos hasta que los dientes se clavaron en mi piel. El vibrador, que era cilíndrico, no podía salir de mi interior a causa de las pinzas. Se puso delante de mi y enseñándome un mando lo activó y empecé a notar la vibración en el interior de mi ano.

Me puso las pinzas en los pezones y sentí las descargas en ellos. Puso un programa de intervalos que aumentaba la intensidad paulatinamente hasta hacerlo casi insoportable, pero sentía placer a pesar del dolor. Cuándo estaba al máximo deseaba que parara, pero cuándo lo hacia deseaba que empezara.

Papá salio de la habitación y me dejó sola con mi tormento. Al rato regreso con un vaso de whisky y se sentó en el sillón. Mientras me observaba y daba sorbos de la bebida, yo me retorcía colgada de las cadenas y chillaba desaforada. No sé cuánto estuve, pero fue mucho. Mi chocho chorreaba y notaba mis jugos resbalando por la cara interior de mis piernas: seguro que ya tenía un charco entre las piernas.

Se levantó, se acercó a mi y me colocó una mordaza de bola. Con el dedo empezó a acariciarme el clítoris sin ningún miramiento, con energía. A los pocos segundos tuve un orgasmo tan tremendo que me quede inerte colgada de los brazos. No estoy segura de si perdí el conocimiento, pero empecé a notar el dedo de papá hasta que al rato me corrí otra vez. Me dejó y cogiendo de la mesa un látigo con muchas colas, se colocó detrás y empezó a azotarme. No dejó un solo centímetro de mi espalda sin azotar: hombros, omóplatos, riñones, trasero. Después de mucho tiempo, se acercó a mi por delante y me quito las pinzas de los pezones e inclinándose puso una en un labio vaginal, el otro directamente en el clítoris y lo activo de nuevo. Regresó detrás y siguió con los azotes. Al cabo de un rato empezó a girar a mi alrededor muy lentamente mientras seguía azotándome. Ahora los golpes los recibían mis tetas, el costado, el vientre.

Me quitó las pinzas de la vagina y empujo el carro con el aparato apartándolo. Cogió una pinza pequeñita y echando hacia atrás el capuchón del clítoris me la puso dejándomelo totalmente expuesto, y siguió con los azotes, centrándose en mi chocho. La garganta me dolía terriblemente de tanto chillar y un mar de babas salía de mi boca. Cuándo de canso de azotarme, dejó el látigo en la mesa y acercándose por detrás me quitó las pinzas del vibrador y lo sacó. Bajo un poco las cadenas y con una toalla me estuvo secando el cuerpo que estaba totalmente empapado de sudor. Me quito la mordaza de bola y me limpio la cara de babas, sudor y mocos.

Me quitó las tobilleras y me bajo del todo. Las piernas no me sujetaban, pero papá me sujetó para no caer. Me quitó la muñequeras, me cogió en brazos y se sentó en el sillón. Cogió una botella de agua que tenía preparada y me la estuvo dando en pequeños sorbos. En el regazo de papá estaba cómo en trance. Mi cabeza colgaba hacia atrás por un lado y mis piernas por otro. Papá solo me incorporaba para que bebiera y luego me dejaba en la misma posición. Su mano me recorría el torso y mi sentimiento de felicidad era total. Sentía que en ese momento era solo mío y que no lo tenía que compartir con mi hermana. Entonces papá se humedeció el índice y el pulgar de su mano derecha y bajándola me cogió el clítoris con ellos, que seguía expuesto. Mi cuerpo se arqueo y gemí largamente mientras notaba cómo el furor regresaba. Cuándo me llegó, me atrajo hacia él y me beso en la boca mientras me corría.

—Papá, ¿Ya hemos terminado? —pregunté cuando me recuperé mientras seguía refugiada en su pecho.

—No mi amor, me queda follarte el culo.

—¿Todo esto también se lo vas a hacer a Yoli? —pregunté.

—Creo que no, al menos por el momento: es demasiado drástico para ella.

—Que va, —dije incorporándome—. Te aseguro que estaría dispuesta sin problemas. Es mucho más salida que yo.

—¿Y te duermo a ti también mientras se lo hago?

—No papá: yo te puedo ayudar, —papá soltó una carcajada. Apuró su whisky y me levantó en brazos.

Salimos de la habitación y me deposito suavemente sobre la cama dónde Yoli seguía durmiendo. La cogió en brazos, la deposito suavemente sobre la alfombra y regreso a mi lado. Yo había ocupado el centro de la cama y cuándo papá se puso sobre mi le rodee con la piernas y una punzada de placer estallo cuándo rozo con su cuerpo mi expuesto clítoris. Cogió el lubricante y después de embadurnarse la polla, me quitó la pinza y cuándo la sangre volvió al clítoris el dolor que sentí casi me produce otro orgasmo. Me rodeó con sus brazos y mientras mis piernas hacían presa, con mucha suavidad empezó a penetrarme. Notaba nítidamente cómo mi ano rodeaba su polla y la apretaba. No puedo describir las sensaciones, solo diré que creo que los ojos se me pusieron en blanco. Esa mezcla de dolor, placer y la consciencia de ser poseída por papá, de ser usada por el a su antojo, de ser de su propiedad, me subió a los cielos.


Me folló muy lentamente. Su movimiento dentro de mi y el roce con mi sensible clítoris me enloquecía. Tuve varios orgasmos hasta que finalmente papá se corrió en mi interior. Se mantuvo dentro de mi durante mucho tiempo y mientras me llenaba de besos notaba cómo la polla de papá perdía firmeza y dejaba de presionar mi ano. Finalmente, salio de mi y tumbándose a mi lado me paso el brazo por debajo para que apoyase la cabeza. Pasé la pierna por encima, pegué mi cuerpo al suyo y le abracé. Papá seguía besándome en los labios mientras su mano me acariciaba la pierna y el trasero. Notaba cierto escozor por los verdugones de los latigazos, pero me resultaba placentero. Me parecía imposible ser tan feliz.

—Papá ¿Cuándo lo vamos a repetir? —pregunté mientras seguía abrazado a el.

—¿Quieres que lo repitamos mi amor? —cómo respuesta asentí con la cabeza—. No vamos a repetir algo tan drástico porque no es de mi agrado.

—No lo entiendo papi ¿entonces…? —dije mirándole.

—Esto lo tienes que ver cómo una prueba definitiva para saber hasta dónde puedes llegar…

—Puedo llegar hasta dónde tu quieras: puedes hacerme lo que sea, —le interrumpí. Papá giro su cuerpo hacia mi y me abrazó mientras me morreaba con pasión, tanto que por un momento me ilusioné con que me la metiera y me follara otra vez.

—Con vosotras quiero tener exactamente la misma relación que tenía con tu madre. Teníamos un pacto por el cual ella me entregaba su sumisión incondicional y a cambio yo la proporcionaba un placer inimaginable. Aunque parezca que no, me cuesta enormemente haceros daño, aunque se perfectamente que una sesión cómo la que hemos tenido, mama la disfrutaba. Ella, que me conocía perfectamente, jamás me lo pedía: lo dejaba a mi albedrío.

—¿Por qué no te gusta hacerlo?

—Porque a vosotras, igual que a tu madre, os quiero más que a mi propia vida.

—Yo también te quiero papá, igual que Yoli.

Papá me abrazó morreándome y después se giró hacia mis pies ofreciéndome la polla. La atrapé con la boca al instante y empecé a chupar mientras papá hacia lo mismo con mi vagina. Iniciamos un sesenta y nueve largo que volvió a elevarme a los cielos del placer. Los orgasmos se sucedieron hasta que finalmente papá se corrió y mientras me llenaba la boca de esperma con la lengua atacaba su glande arrancándole algunos gemidos.

—Mi amor, casi me matas, —dijo mientras abrazado a mi cadera me besaba el chocho, mientras le seguía chupeteando la polla. Un rato después me preguntó—: ¿Tienes hambre, quieres comer algo?

—Ya lo estoy haciendo, —papá rió complacido, me giró y me abrazó morreándome.

—Ya sabes a que me refiero payasa, —me dijo con cariño.

—Pues la verdad es que si. ¿Qué hora es?

—La una y media, —respondió papá cogiendo su móvil.

—¡No jodas!

—Si mi amor.

—Se me ha pasado la mañana volando papa. ¿Cuánto tiempo he estado ahí dentro?


—Unas cuatro horas, más los preliminares y este epilogo tan fantástico, —me respondió papá mientras me besaba el cuello.

—Pues me apetece… marisco.

—¿Marisco?

—Si, ¿Qué pasa?

—Nada cariño, pero generalmente a los jóvenes os gustan mierdas de esas cómo hamburguesas, pizzas…

—Y a mi el marisco.

—Pues no se hable más, lo que no se es si hay un “telegamba”, —dijo papá riendo.

—No seas bobo. Ahora los de Deliveroo o Uber te traen lo que sea, pero… podríamos ir al centro comercial, a la marisquería, —y mirando a mi hermana que seguía KO añadí—: Lo que no se es si vamos a poder despertar a Yoli.

—De tu hermana ya te puedes olvidar. Hasta dentro de unas horas no se va a despertar y ya veremos si no empalma hasta mañana.

—Y entonces ¿qué hacemos?

—Nada, la dejamos aquí, pero por si acaso trae las muñequeras y las tobilleras, —salí corriendo a por ellas mientras papá cogía a Yoli en brazos y la depositaba en el centro de la cama—. Y una de las cadenas con mosquetones.

Cuándo lo traje todo para empezó a ponérselo mientras yo me iba a dar una ducha rápida. Cuándo salí, vi a mi hermana con las manos sujetas a la espalda, los tobillos también juntos por las tobilleras y de ahí, la cadena iba hasta la pata de la cama.

—Papá me miró y dijo—: no sea que se despierte y se levante desorientada y se caiga por las escaleras.

—¿Dónde has dejado mi plug papa?

—Ya no tienes que llevarlo.

—Y ¿Eso no se volverá a cerrar? —pregunté con ingenuidad.

—Te aseguro que no le va a dar tiempo, —respondió riendo. Y fue cierto. Desde ese día, más o menos alternaba, aunque creo que lo hacia más veces por el culo que por el coño.

 

Papá se duchó rápido, se vistió y bajamos al garaje. En el todoterreno nos acercamos al centro comercia y entramos en la marisquería que estaba a tope de gente cómo era normal en fin de semana.

Papá pidió ostras y el resto me dejó pedirlo a mí. Carabineros a la plancha, gambones cocidos y una langosta: estaba que me salía.

—Papi, porfa…

—¡Uy! Peligro.

—¡Jo! Papa…

—A ver, ¿qué quieres?

—¿Cuándo lleguemos a casa puedo tomarme una cerveza? —le pregunté con voz


ñoña.

—Sobre eso ya hemos hablado mi amor.

—Ya, pero hoy es un día especial: yo creo que me lo he ganado.

Me miró un rato con ojos amorosos y finalmente dijo—: vale, pero no vamos a tener esta conversación más veces, —me levanté dando palmas y le llené de besos—. Y a tu hermana no le digas nada que luego “culo veo, culo quiero”.

—No papi, no la digo nada.

Entre unas cosas y otras nos fuimos de allí a media tarde, pero cuándo llegamos a casa Yoli seguía KO. Bajamos a la cocina, papá cogió dos cervezas y salimos al porche de atrás. Cómo ya estaba anocheciendo y hacia frío me puse el plumas y nos sentamos en los sillones.

Le dí un pequeño trago a mi cerveza y los pezones se me pusieron duros, pero me gustó mucho. Le enseñé las tetas y soltó una carcajada.

—Esta noche no creo que cene: estoy inflado, —dijo papá.

—Es que te has puesto ciego a ostras.

—¿Se nota que me gustan? Y lo demás también.

—El salpicón de marisco que hemos pedido al final ha sobrado.

—Y los postres.

—Eso también. Me apunto a lo de no cenar, —y abriéndome el plumas para que viera mi vientre añadí—: mira cómo tengo la tripa.

Entre confidencias y risas nos terminamos las cervezas. Hablamos de muchas cosas, incluso de política y finalmente se levantó.

—Voy a ver si logro despertar a Yoli si es que no se ha despertado ya: ella si tiene que cenar.

Subimos al dormitorio y mi hermana seguía KO. Me quité el plumas, me subí a la cama y la quité las muñequeras y las tobilleras. Después la atraje hacia mi y la abrace para empezar a darla tortitas en la cara. Empezó a refunfuñar, pero insistí hasta que logre que abriera los ojos. Me miro con una mirada vidriosa y los volvió a cerrar.

—No, no, despierta, —la apremié y volvió a abrirlos.

—Voy a prepararla una tortilla francesa mientras la terminas de despertar.

—Vale papá: ahora bajamos. Creo.


 

Pasaron tres semanas y Yoli estaba un poco pesadita. Tonta no era y se había dado cuenta de que ya no llevaba el plug en el culo y lo que era más obvio, papá me follaba por él. Sobre cómo me había ganado el derecho a eso, no había pormenorizado con mi hermana, pero algo sabía porque se lo había contado, aunque cómo ya he dicho no entré en detalles. Perseguía a papá insistiéndole en que quería ser cómo yo: no lo entendía. Algo que tampoco entendía era por qué la habíamos dormido y eso la tenía muy mosqueada e irritable. Finalmente, papá cogió el toro por los cuernos y después de hacerme una señal para que los dejara solos, se metieron en la cama y durante buena parte de la tarde la estuvo follando solo a ella. Después, con ella en brazos se sentó en el sillón y hablaron. No se exactamente cómo fue la conversación, pero conociendo a papá la comedura de coco fue de libro y mi hermana se quedó más tranquila, principalmente porque la prometió que en el siguiente fin de semana, para lo que faltaban cuatro días, la quitaría el plug.


 

Antes de seguir me gustaría aclarar algo porque puede dar la impresión de que follamos a todas horas cómo los conejos, y sí, nuestra vida sexual era intensa, pero entre semana lo era en poco tiempo. Papá, de madrugada siempre nos follaba a alguna de las dos y se iba a trabajar. Regresaba a eso de las seis y media de la tarde y se follaba a la que no lo había hecho por la mañana. Si a mi me había follado por la mañana, a Yoli la tocaba por la tarde y a la inversa.

Después nos dejaba hasta la hora de irnos a la cama, algo que hacíamos pronto porque por la mañana papá madrugaba mucho y cómo ya he dicho, a alguna de las dos nos dejaba folladas. En ese tiempo, hacíamos las cosas del cole, preparábamos la cena, veíamos la tele o nos metíamos en Internet.

En la cama nos enrollábamos mucho más y nos follaba a las dos además de que normalmente lo hacíamos entre nosotras, algo que le encantaba, tanto que en ocasiones nos sacaba fotos o nos grababa en video. De nosotras tiene miles de fotos y decenas de videos e incluso hacíamos sesiones individuales para el. Eran muy divertidas y siempre en fin de semana o vacaciones porque eran largas. Cuándo una hacia de modelo, la otra se ocupaba del maquillaje y el estilismo. Comprábamos por Internet disfraces y ropa sugerente de todo tipo que luego empleábamos en las sesiones. En el desván, que hasta entonces no utilizábamos salvo para guardar trastos, entre mi hermana y yo habilitamos un espacio amplio como estudio, con sus focos y todo, y teníamos un gran ropero dónde guardábamos la ropa. El día más divertido de todos fue cuándo convencimos a papá para que él fuera el modelo. Desnudo sobre la tarima y moviéndose cómo una modelo patosa, cada una con su cámara le sacamos cientos de fotos. Después empezamos a disfrazarle con lo que pudimos, porque había trajes que no le entraban y a maquillarle. Papá era feliz disfrutando de sus hijas. En ocasiones, cuándo nos tenía cerca, nos metía mano o lo intentaba y nosotras en un mar de risas, le rehuíamos y le dábamos la bronca.

Durante los fines de semana tampoco fallábamos a todas horas: papá es un ser humano no una maquina. Salimos a hacer deporte juntos, vamos al centro comercial a comer o de compras, vamos al cine o si estábamos en casa jugamos a algún juego de mesa o la Play.

Lo que si reina en casa y en nuestra relación un ambiente de sensualidad total, y no por el hecho de que las dos estamos siempre desnudas, es por nuestra actitud. Nos exhibimos todo lo que podemos, nos pavoneamos cómo pavos reales machos, siempre estamos acariciándonos y besándonos ante la mirada complacida de papá.

En ocasiones nos “tapamos” con velos transparentes y actuamos cómo en una representación teatral. Incluso tiempo después, con nuestra relación totalmente asentada, le pedimos a papá que nos instalara en el gimnasio una barra de pole dance: se nos da muy bien y a papá le gusta mucho.


 

Cuatro días después llegó el gran día de mi hermana. Estaba un poco nerviosa y por supuesto muy excitada, más de lo que es habitual en ella y además casi no había dormido. La había sentido moverse durante la noche. Pero lo que más estaba es expectante y de madrugada ya saltó de la cama e hizo una visita a la habitación del pánico. Papá miró la hora en el móvil y la llamó a la cama. Cuándo se acercó, la abrazo y acoplándose a ella siguió durmiendo. Cuándo por fin nos levantamos, todavía no había amanecido del todo: Yoli nos había desvelado a todos.

Se quedó un poco desconcertada cuándo vio que papá no preparaba nada en la habitación del pánico y las cosas que iba a utilizar las había sacado y ahora estaban sobre la cama.

—¿No me vas a colgar papi? —preguntó Yoli con el ceño fruncido.

—No mi amor, para hoy tengo pensada otra cosa. ¿Tu quieres que te cuelgue cómo a tú hermana? —mi hermana afirmó con la cabeza y papá la abrazó llenándola de besos—. Vale, pues no te preocupes que otro día lo hacemos, pero a ti, por lista, te voy a colgar de los pies: cabeza abajo.

—¿Por los pies? ¡Si! —dijo Yoli ilusionada.

—Venga, vamos a empezar: ¿Estás preparada?

—Si papi.

La sujeté las manos a la espalda con unas esposas mientras papá preparaba el mismo compuesto que me aplicó a mi. Cuándo se acercó a nosotras, puse a Yoli de rodillas, la separé las piernas y la incliné hacia delante dejándola con el culo en popa. La quite con cuidado el plug, la lubrique bien el ano y papá la introdujo el tubito. El liquido entró despacio y cuándo todo estuvo dentro, lo sacó y rápidamente la introduje otra vez el plug. La ayudé a levantarse, la llevé al baño y la senté en el inodoro. Yo me puse a su lado y con la mano izquierda la sujetaba el plug porque no estaba segura de que no saliera disparado.

—¡Tienes que aguantar por lo menos media hora! —la ordené a gritos y reparé en que papá había cogido una cámara de video y lo estaba grabando todo. Se acercó y la metió la polla en la boca mientras seguía grabando desde arriba. Aprovechando en que yo estaba al lado besaba el lateral de su polla y me excitaba mucho sentirla correr por mis labios mientras mi hermana se la tragaba. Papá me recompensaba y en ocasiones me la metía a fondo y luego se la volvía a meter a Yoli. Finalmente, se corrió y sacando la polla de la boca de mi hermana nos llenó la cara de esperma. Rápidamente recogí con la boca la corrida que tenía mi hermana en la cara y se lo eché en su boca.

Mientras ocurría todo esto, mi hermana se quejaba de los retortijones de la tripa y tengo la seguridad de que si no lo hubiera estando sujetando, hubiera dado un taponazo que habría roto la porcelana del inodoro.

—Ya se lo puedes quitar si quieres, —me dijo papá después de mirar el reloj. Para hacerla sufrir empecé a mover el plug mientras Yoli aumentaba en sus quejas.

—Preparados, listos, —dije con humor después de un rato y papá soltó una carcajada—. ¡Ya!

No me dio tiempo a retirar la mano y con la descarga me la llenó de mierda. ¡Joder que asco! Pero la culpa fue mía por fiarme. Papá se revolcaba de la risa.

Mientras me lavaba la mano, papá se quedó con Yoli para impedir que se levantara y masajeándola la tripa hasta que lo echó todo.

—Ali, baña a tu hermana, —dijo papá después de un rato de espera—. Pero no la pongas el plug: no hace falta.

—Haber dónde esta el plug, —dije con humor—. Con el cañonazo se me ha escapado de la mano.

—¡Joder! Pues eso puede romper la tubería si hay algún codo al aire y haber cómo se lo explicamos luego al fontanero.

Al rato, salimos las dos duchadas y preparadas. La sujeté los brazos a la espalda con la cinta de embalar y papá me dio el vibrador corto con las cadenitas que usó conmigo.

—Colócaselo: ya sabes cómo va, —me dijo. La unté con el lubricante todo el ano y no sin cierta dificultad se lo metí. Después sujete las pinzas dentadas en los labios vaginales y apreté las tuercas para que no se escaparan. En una de las pinzas salio una gota de sangre, prueba de que tal vez había apretado demasiado. Yoli no dijo nada, pero resoplaba con el dolor. Estaba tan excitada que le resultaba placentero cómo me ocurrió a mi.

Entonces papá se acercó con una pinza pequeña de la mano y procedió a echarla hacia atrás el capuchón del clítoris y se lo colocó dejándolo expuesto.

—Colócala la mordaza de bola, —me ordenó y mientras lo hacia vi cómo papá cogía una cadenita con dos pinzas dentada y se lo colocaba en los pezones. Con esto si que se quejó Yoli, pero papá la ignoró. Después, cogió una especie de reloj digital y lo colgó en el centro de la cadena. A continuación, me dio una fusta y un vibrador tipo hitachi—. Ya podemos empezar. Primero te voy a explicar lo que vamos a hacer para que no tengas ninguna duda. De todo se va a encargar Ali. Lo que tienes colgado de los pezones es un cronómetro y va a sonar durante un minuto cada diez minutos. Cuándo lo ponga en marcha empezaras a andar por toda la casa y la recorrerás entera todas las veces que sean necesarias. Tu hermana te dirigirá con la fusta dándote en el trasero. Cuándo suene el cronómetro, dejaras de andar y durante ese minuto Ali te pondrá el hitachi en el clítoris. Cuándo deje de sonar vuelves a andar dirigida por la fusta. ¿Lo habéis entendido las dos? —respondimos afirmando con la cabeza—. Pues entonces, el tiempo empieza: ya.

Activo el cronómetro y el vibrador y Yoli empezó a andar con cierta dificultad por el grosor del aparato que tenía alojado en el culo, mientras yo la daba golpecitos con la fusta. Al principio flojos, pero luego me vine arriba y la daba fuerte. No sabría decir quien estaba más excitada, si ella o yo.

Cuándo sonó la primera vez, la paré y la aplique el hitachi en el clítoris y automáticamente Yoli empezó a gemir, pero no la dio tiempo a correrse porque cuándo dejó de sonar lo retiré y la hice andar con la fusta. La segunda vez tampoco lo consiguió, pero a la tercera se corrió casi instantáneamente. Incluso la tuve que sujetar porque las piernas se le aflojaron mientras las babas fluían cómo interminables hilillos de su boca.

Recorrimos varias veces la casa, desde el sótano al desván, mientras papá seguía grabándolo todo con la cámara de video con un palo de selfis. Incluso salimos al jardín trasero y lo recorrimos entero. Cuándo parábamos, en ocasiones papá se pegaba a mi y me rozaba con la polla y eso me ponía a cien. Estuvimos así más de dos horas y Yoli al final tenía orgasmos incluso andando y sin que la aplicara el hitachi.

Cuándo vio que estaba muy agotada, me hizo una indicación para que la llevara hasta el dormitorio. Una ver en el procedí a quitarla todo el aparataje y a liberarla los brazos. Me entregó la cámara, la cogió en brazos y se tumbó con ella en la cama. Rápidamente Yoli se abrazó a el con brazos y piernas mientras papá la morreaba con pasión. Zafándose un poco del amoroso abrazo, se untó la polla con lubricante y también a ella. Se volvió a tumbar sobre ella y con sumo cuidado la fue penetrando muy despacio. A mi hermana se le pusieron casi los ojos en blanco y cuándo papá empezó a mover la pelvis, empezó a gemir. Tuvo muchos orgasmos, porque papá fue increíblemente lento y sus labios estaban casi en permanente contacto con los de ella. Finalmente, se corrió sincronizado con el último de Yoli, e igual que hizo conmigo estuvo mucho tiempo sin sacarla la polla mientras recorría la parte superior de su cuerpo a besos. Finalmente, tuvo el último orgasmo sin que papá hiciera nada especial para provocárselo.

Cuándo por fin salio de ella, Yoli se quedó inerte en la cama y pequeños espasmos recorrían su cuerpo. Me subí a la cama y seguí gravándola. La imagen recorría el cuerpo desnudo de mi hermana y finalmente se centró en su orificio anal por dónde se escapaba algo de esperma.

—Papá, hay que celebrarlo cómo la última vez, —le dije cuándo deje de grabar.

—No se si tu hermana va a querer salir… —pero se interrumpió porque Yoli levantó la mano con el dedo pulgar arriba. Los dos nos echamos a reír—. Vale, voy a llamar para reservar que la otra vez casi nos quedamos sin sitio.

Una hora después, entramos en el restaurante y empezamos a pedir de todo. Yoli se empeñó en probar las ostras de papá y para mi sorpresa la encantaron y hubo que pedir media docena más.

—Papá, cuándo regresemos a casa me gustaría probar una cosa, —dijo Yoli con voz ñoña.

—¿Ya estamos con lo del vino?

—No, ahora quiero champagne.

—¡Joder Yoli! La otra vez te sentó mal.

—Anda porfa.

—A mi también me gustaría, —apoyé a mi hermana.

—En casa no hay, —dijo papá para haber si colaba.

—Nos la llevamos de aquí.

Papá nos miró largamente con cariño y dijo—: Venga vale.

—Pero francés.

—Que si pesadas.


 

 

 

 

 

 

 

lunes, 28 de septiembre de 2020

Mi padre, nuestro amo (capitulo 2) El adiestramiento (1)


 

 

Mi hermana y yo éramos y somos dos niñas un poco retraídas y tímidas. No se nos da bien conectar con los demás, y la verdad es que, amigos, lo que se dice amigos, no tenemos ninguna de las dos. Desde muy pequeñas, desde que Yoli se manejaba por su cuenta, creamos un círculo propio, intimo y privado dónde las dos nos apoyábamos. En los recreos del cole siempre estábamos juntas y rehuíamos a las demás niñatas y por supuesto a los niñatos. Considero que mi hermana es mi mejor amiga y se que ella me corresponde de igual manera. No nos costó trabajo adaptarnos a la nueva situación con mi padre, porque no teníamos amistades a los que echar de menos, y además, desde muy pequeñas papá para nosotras era nuestro héroe, nuestro confidente, incluso más que mama, alguien en quien confiar sin la más minima duda, alguien que siempre estaba ahí disponible pasa nosotras. Por eso no nos resulto difícil aceptar las demandas y los deseos de papá. Sabíamos que no nos iba a hacer nada malo, cómo así fue. En esos tres primeros días, entramos en un mundo de nuevas sensaciones y de placeres desconocidos para nosotras.

Había llegado el fin de semanas y las expectativas de lo que iba a ocurrir en la casa de la sierra nos tenía muy excitadas y nerviosas. Además, era un fin de semana largo porque el lunes era fiesta en Madrid. Hasta ese momento todo se había reducido a penetraciones orales, el plug del culo no cuenta, a los orgasmos que papá nos provocaba con la mano o la lengua y a los castigos.



El viernes no regresamos a casa en el bus del cole. Papá nos esperó a la salida con el todoterreno familiar y en el nos dirigimos a Cercedilla, un pueblo cercano al Puerto de Navacerrada dónde teníamos la casa: un precioso chalé en las cercanías de la carretera de La Dehesa. Estaba nevando y todo se veía completamente blanco y las calles casi intransitables, pero papá, que paró para poner cadenas, pudo llegar y meter el coche dentro del garaje.

Cuándo entramos comprobamos que él ya había estado allí porque la casa estaba caliente con la calefacción a tope.

—He venido esta mañana para que la casa este caliente y para hacer la compra que esta noche y mañana dan más nieve.

—¿Nos vamos a quedar aquí encerradas contigo papi? —preguntó ilusionada Yoli que para ella parecía que era una aventura.

—Eso parece mi amor.

—Nosotras nos vamos al baño a ducharnos y a prepararnos, —dije cogiendo a mi hermana del brazo—. Ahora venimos.

—Muy bien. No tardéis que mientras voy preparando una merienda cena.

Al rato, las dos entramos en la cocina dónde papá ya tenía preparada la mesa y nos sentamos a cenar entre risas, bromas y confidencias.

—Papi, ¿nos vas a follar ahora? —preguntó de repente Yoli y papá casi se atraganta.

—Primero habría que saber si tu y tu hermana sabéis lo que es, —dijo papá saliendo de la sorpresa inicial. Papá me miró y muerta de risa asentí con la cabeza indicándole que si lo sabía. Desvío la mirada hacia mi hermana y la preguntó—: ¿Y tu cariño?

—No estoy segura papi, pero se que lo hacen los mayores.

—Así es mi amor. En general lo hacen los mayores y en ocasiones las niñas pequeñas y preciosas cómo tu hermana y tu, pero esto entra dentro de nuestro secreto. ¿Y sabes en que consiste? —Yoli se limitó a encogerse de hombros.


—Pues papá te mete la polla, esa que tanto nos gusta, en tu chochito, —intervine de una manera un poco brusca. Tenía ganas de que la sobremesa se acabara y papá empezara a hacernos cosas. Papá me reprendió con la mirada y lo intente arreglar—. Cuándo papá te mete la polla en la boca te gusta mucho, ¿verdad? Pues cuándo te la meta ahí te va a gustar muchísimo más.

—¿Cómo lo sabes?

—Porque lo he leído, —claramente mi adorada hermana estaba por tocar las narices.

—Mi amor, ¿confías en mi? —intervino papá al rescate.

—Claro papi.

—Pues yo te prometo que te va a gustar tanto que vas a querer repetir muchas veces. Y sí, te voy a follar ahora y esta noche a tu hermana.

—Vale papi.

—Pero primero vamos a jugar, —dijo papá levantándose de la mesa. Nosotras también lo hicimos y subimos al dormitorio con papá siempre detrás observando nuestros traseros.

Allí descubrimos que también había una habitación de pánico equipada para nuestros juegos. Papá ató a Yoli los brazos cruzados a la espalda y la tumbo sobre la mesa. La abrió las piernas y las inmovilizo con cuerdas. Después me ordenó que me subiera a la mesa y me sujetó con esposas las muñecas a la espalda y los tobillos con grilletes. Después de unirlo todo con una correa y de morrearme un rato, de puso una mordaza de bola y me colocó bocabajo por lo que las piernas quedaron flexionadas con los pies hacia arriba. Me dio un sonoro azote en el trasero, se sentó en la silla frente al chochito de mi hermana y empezó a trabajar. Como las otras veces, durante más de media hora la estuvo forzando orgasmos, hasta que finalmente la desató las piernas y cogiéndola en brazos la deposito suavemente sobre la cama.

 A esas alturas yo estaba con un calentón enorme. Me cogió en brazos a mi también y me dejó en la cama al lado de mi hermana que cómo las otras veces estaba cómo en trance. Se colocó entre sus piernas y con mucha parsimonia se estuvo untando la polla con lubricante. Después le tocó el turno a Yoli y estaba tan sensible que casi se corre otra vez. Se tumbó junto a ella, la colocó sobre el y me atrajo para que me quedara junto a ellos. La puso la polla en la entrada del chochito e instintivamente Yoli empezó a empujar hacia abajo. Todo su cuerpo temblaba y no sabría decir si gimoteaba de dolor o de placer, aunque cuándo llegó abajo creo que tuvo un orgasmo porque se quedó sobre el pecho de papá y ligeros espasmos recorrían su cuerpo.

Para entonces yo estaba cardiaca perdida y mientras con la mano izquierda sujetaba el trasero de Yoli y empezaba a apretarla, con la mano derecha agarró mi plug y empezó a sacarlo y meterlo. Yo chillaba de placer, pero mi hermana gritaba por lo mismo y tuvo un par de orgasmos más antes de que papá se corriera y la llenara la vagina con su leche. Yo también me corrí.

Durante un buen rato, papá estuvo acariciando y besando a Yoli para tranquilizarla mientras la mantenía penetrada y seguía sobeteando el trasero.

—¿Qué tal mi amor, te ha dolido? —la preguntó cuándo vio que volvía en si.

—No papi.

—¿Y te ha gustado?

—Si papi.

—Muy bien: buena chica.


Papá la apartó con cuidado y la dejó tumbada a mi lado. Permanecía con los brazos inmovilizados en la espalda y papá trajo unos grilletes y se los puso en los pies. Después me cogió a mi y me puso de rodillas junto a la cama dónde el se había sentado.

—Cariño, vamos a empezar a entrenarte la garganta, —dijo atrayéndome hacia el pegando su pecho al mío. Me enseño un consolador muy largo de gelatina y relativamente grueso de color verde fosforito—. Te tiene que entrar unos veinte centímetros y no vamos a parar hasta que lo consigas.

No tuve tiempo a decir nada porque inmediatamente me agarró del pelo, tiro hacia atrás para que mi boca quedara abierta y hacia arriba y empezó a meter el consolador. Las primeras veces, en medio de arcadas y algo de vómito, me entró solo la mitad, pero papá siguió imperturbable metiendo y sacando el consolador y más de una hora después, entraba con facilidad la longitud requerida.

Apestaba a vómito. Papá me dejó tirada en el suelo descansando totalmente envuelta en sudor. Se acercó a Yoli, se sentó en la cama, la puso sobre sus rodillas y sin más empezó a aplicarla en castigo diario de la misma forma que las primeras veces. Diez azotes, estimulación vaginal y vuelta a empezar. No hace falta decir que Yoli se corrió.

Después me tocó a mi. Me agarró del pelo para inmovilizarme y allí en el suelo empezó a darme azotes. Esta vez no me estimulo sino que me dio los treinta azotes de tirón. Yo chillaba de dolor e intentaba patalear, pero no podía por los grilletes de los tobillos. Después me puso de rodillas y metió la mano en mi entrepierna agarrándome el chocho con fuerza.

—¡Córrete zorra! —me ordenó y casi instantáneamente tuve un orgasmo mientras me apoyaba en su brazo. No me lo podía explicar, pero ocurrió.

Me dejó descansar un momento y después me quitó las esposas y los grilletes. Me ayudo a levantarme y me llevo al baño. Entramos en la ducha y me estuvo lavando concienzudamente. Me envolvió en una toalla de ducha y cogiéndome en brazos me llevó a la cama dónde seguía mi hermana. La quitó también las esposas y los grilletes y nos colocó una a cada lado.

—Vamos a dormir un poco, —y nos quedamos dormidas.


 

Abrí los ojos en la penumbra de la habitación y noté a mi lado el calido cuerpo de papá. Mi mano reposaba sobre su pecho y mi muslo intentaba rodearle. La oscuridad total la rompía la fina luz que entraba desde la puerta entreabierta del baño dónde la luz estaba encendida. Me incorporé levemente y vi a mi hermana durmiendo despatarrada con la mano de papá en su vagina. Tenía unas ganas terribles de meterme la polla de papá en la boca. Resbale hacia abajo con cuidado para no despertarles y cuándo la tuve a mi alcance la atrapé. Me encanta tenerla en la boca y que crezca en su interior hasta que la llena. No pude reprimir una punzada de placer en el clítoris cuándo noté su mano acariciándome la cabeza. Abría la boca, sacaba la lengua y me la metía hasta el fondo relajando la garganta. A pesar del entrenamiento de papá tuve un par de arcadas, pero no llegue a vomitar, al contrario, me excitaba. Papá me hizo subir hacia arriba y vi cómo con la otra mano estaba masturbando a mi hermana: la tenía aprisionada con los muslos mientras de abrazaba al brazo de papá y gemía sin descanso. Empezó a morrearme mientras frotaba mi chocho con su cuerpo. Sentí a mi hermana correrse y noté cómo el deseo se apoderaba de mi, pero papá no me dejó apartando mi pelvis. Me siguió morreando mientras papá indicaba a mi hermana que se la chupara que solicita empezó a hacerlo.

Apartó a mi hermana y poniéndome bocarriba me subió las piernas separándolas y empezó a chuparme la vagina. Cuándo estaba a punto de llegar al orgasmo paraba, me daba unos azotes y volvía a empezar. Lo repitió varias veces mientras mi hermana pugnaba para seguir chupándole la polla. Al rato ordenó a mi hermana que trajera el lubricante y me lo pusiera en la vagina. Rápidamente lo hizo y también lubricó su polla.

Finalmente, se tumbó sobre mi, me rodeó con sus brazos y muy suavemente me penetró. Sentí una molestia inicial y luego un placer inmenso. Me folló muy lentamente. Le rodeaba con las piernas mientras mis manos le acariciaban el trasero. Sentía cómo sus nalgas se ponían duras con las acometidas. Tuve varios orgasmos mientras papá seguía imperturbable, hasta que finalmente eyaculó, su cuerpo se tensó y dejó escapar un par de leves gruñidos.

Se quedó sobre mi, pero apoyando el peso de su cuerpo en los codos mientras me llenaba de besos. Al mismo tiempo, Yoli se tumbó sobre el y le abrazó por la espalda.

Puedo decir sin temor a equivocarme que en ese momento fuimos totalmente felices. El sentirme poseída y penetrada por papá, el ser suya, de su propiedad, para mi era y sigue siendo lo máximo a lo que podía llegar.


 

Después de desvirgarme estuvimos un rato largo abrazados los tres: con su polla en mi interior y saboreando el momento.

La verdad es que nunca he tenido claro cómo llegamos a ese punto, porque unas semanas antes mi vida sexual se reducía a hacerme un dedo cuándo oía chillar a mama. La verdad es que no es exacto. Cuándo papá entró en nuestra vida sexual unos meses después de morir mama, mi hermana y yo ya nos comíamos el chocho. Pero da igual, papá entró con la potencia de un Ferrari y la delicadeza de un bailarín clásico. Nos hizo suyas y nosotras estábamos encantadas.

Seguimos durmiendo hasta que las primeras luces de nuevo día rompieron a duras penas las brumas de la noche. Eran más de las ocho de la mañana porque cómo había anunciado papá la tarde anterior estaba nevando.


Preparamos unos bocadillos, nos pusimos la ropa de senderismo, las raquetas de nieve y salimos directamente de casa en dirección al puerto de La Fuenfría. Por supuesto no llegamos, pero después de mucho esfuerzo por la nieve acumulada y la que seguía cayendo, llegamos a la zona de los miradores. Allí nos comimos los bocadillos e iniciamos el regreso a casa. Papá nos iba arreando cómo a las ovejas, porque según nos informó, esto lo íbamos a hacer siempre que tuviéramos ocasión, además de cumplir el punto décimo del contrato. Quería que fortaleciéramos músculos.

—Quiero que en seis meses marquéis abdominales, —nos ordenó—. Las dos. ¿Esta claro?

—Si papá.

Llegamos a casa a eso de las seis de la tarde empapados en sudor por el esfuerzo. Nos quitamos las raquetas y las botas y subimos a la habitación. No nos dejó ducharnos. Cuándo nos quitamos la ropa puso inmediatamente a Yoli de rodillas y la metió la polla en la boca, pero no la dejó que chupara, simplemente la mantuvo en su interior mientras la acariciaba el pelo.

—Ali, prepara a tu hermana, —me ordenó—. Coge la cinta de embalar y sujeta los brazos de tu hermana cómo ya sabes. Ponla grilletes en los tobillos, lubrícala y después con un vibrador la follas desde atrás.

Rápidamente cumplí la orden y mientras metía el vibrador a mi hermana notaba cómo el deseo me envolvía. Arrodillada a su lado, y mientras con la derecha manejaba el vibrador, con la izquierda la sobaba las incipientes tetillas y la besaba olisqueando su espalda: me encanta cómo huele porque me recuerda a mama.

Mientras mi hermana jadeaba en busca del orgasmo, miré a papá, que seguía con la polla en la boca de Yoli, pero sin follarla.

—Mi leche ahora es para ti, —me dijo con una sonrisa—. Cuándo terminemos con tu hermana te voy a echar un polvo que te vas a cagar pequeña zorra: esta noche ya me la follaré a ella.

Inmediatamente una punzada de placer me atravesó la vagina e instintivamente acelere la acción del vibrador mientras con la mano izquierda empecé a estimularla el clítoris. Finalmente, mi hermana empezó a berrear y se corrió cómo una perra. Suavemente la dejó caer al suelo dónde se quedó tumbada.

Me cogió de la mano, me llevó a la cama y nos tumbamos.

—Vamos zorra, lubrícame la polla, —me ordenó imperativo. No se que fue, si el tono de la orden, el insulto o las dos cosas, pero lo cierto que nuevamente una punzada de placer me atravesó la vagina. Papá se dio cuenta e insistió—: te voy a follar cómo la zorra que eres.

Me puso a cuatro patas y agarrándome por las caderas me penetró y empezó a follarme con furia. Desde el primer momento empecé a gemir. Me agarró por el pelo y tiró hacia atrás haciéndome arquear la espalda. Las tetas se me dispararon hacia delante y me mantuvo así mientras me daba azotes con la mano libre, aunque en ocasiones dejaba de hacerlo para pellizcarme los pezones. Tuve un orgasmo tremendo y al poco tiempo otro. Finalmente, papá se corrió mientras emitía pequeños gruñidos. Siguió insistiendo hasta que a los pocos segundos tuve otro orgasmo y ya me dejó caer en la cama.

—Papá, tengo un antojo… y Yoli también, —dije cuándo me recupere.

—¿Yo también? —preguntó perpleja mi hermana que seguía atada en el suelo.

—Sí, tu también. Nos apetece cenar chuletas de cordero…

—Si, eso si me apetece papi.

—…pero en la parrilla de fuera: a la brasa.

—Mi amor, eso se tarda en preparar y esta nevando mucho: vamos a cenar tardísimo, —dijo papá levantándose para desatar a Yoli.

—Mañana no tenemos que madrugar papi que es domingo, —apoyó Yoli subiéndose a la cama y abrazándose a mí—. Venga, di que si ¡Jo!

—Papá, porfa. Además, nos prometiste que nos darías vino.

—¡Joder! Venga vale, —dijo finalmente mientras las dos nos poníamos a dar saltos de alegría sobre ella y yo notaba cómo la leche de papá se escapaba de mi vagina y resbalaba por la pierna. Papa se echó a reír cuándo nos vio hacer las payasas y mientras se vestía después de secarse el sudor del cuerpo.

Nosotras nos fuimos a la ducha corriendo mientras se terminaba de preparar. Finalmente, salió a patio ataviado con botas y con el anorak de plumas. Primero metió leña en la parrilla y la prendió fuego, y luego con una pala empezó a quitar la gran cantidad de nieve que había acumulada. Nevaba con intensidad, pero cómo no soplaba el viento los copos caían lacios y gordos.

Nosotras seguíamos haciendo las payasas. Desde la ventana de la cocina no hacíamos más que intentar comprometer a papá que se reía y de vez en cuándo soltaba una carcajada. Pegábamos las tetas al cristal, yo más que mi hermana que todavía tiene poco. Nos morreábamos descaradamente, pegábamos los traseros al cristal y entreabríamos la ventaba y le tirábamos bolas con la nieve que había en el alféizar. También hay que decir que en una ocasión papá nos coló una bola cuándo abríamos la ventana y dio de pleno en nuestros cuerpos desnudos y calientes. ¡Qué frío!

Finalmente, papá termino de asar las chuletas y entró en casa dónde todo estaba


preparado. Le ayudamos a quitarse la ropa y abrazadas a él le llenamos de besos. Empezó a ponernos las manos frías encima y nos persiguió por la cocina mientras huíamos gritando y riendo. Al final todo se tranquilizó y mientras nos sentábamos papá bajo a la bodega a por una botella de vino. Eligio un tinto suave: pensó que nos gustaría más. Nos sirvió una copa a cada una y para el también. Desde aquel día el vino es mi bebida favorita.

—Papi. ¿lo que tenemos en el culo para que es? —preguntó de repente Yol


i interrumpiendo una conversación que estaba siendo amena y divertida.

—¿Es que no te gusta tenerlo? —preguntó finalmente papá después de estar unos segundos mirándola.

—Si me gusta, sobre todo cuándo me siento, pero…

—Es para que el conducto no sea tan estrecho.

—¿Por qué? —preguntó otra vez Yoli después de meditar unos momentos.

—Porque cuándo estés preparada, te voy a hacer el amor por ahí. igual que por tu chochito o por la boca.

—¡Es muy gorda! No me entra.

—Pareces boba Yoli, —intervine yo impaciente—. Por eso llevamos eso en el culo, para ensancharlo y que entre.

—¡Jo papá! Mira a Ali.

—Ali no te metas con tu hermana, —dijo papá con paciencia, y después mirando a Yoli añadió—: de todas maneras tu hermana tiene razón… salvo en lo de boba. Mañana os lo voy a cambiar por uno más grande, y otra cosa, mañana vamos a ir a Navacerrada en el funicular si han despejado la vía.

Terminamos de cenar tardísimo, a eso de las doce de la noche y pillamos un pedo importante, sobre todo Yoli que se quedó K.O. y eso que solo fue una copa pequeña.

Papá nos subió en brazos al dormitorio: primero a Yoli que estaba cómo muerta y luego a mi. Con Yoli K.O. sobre la cama, se sentó en el sillón conmigo sobre su regazo. Lo recuerdo todo cómo en sueños y que la habitación se movía un poco. Recuerdo a papá morreándome y pasando sus manos por todo mi cuerpo. Las recuerdo en mi chocho un poco adormecido. Recuerdo que papá me puso a horcajadas sobre su polla y me penetró. Recuerdo que mientras me follaba me comía las tetas


. Recuerdo que lo que me hacia me resultaba placentero pero si tuve algún orgasmo no me entere. Lo último que recuerdo es estar sobre su pecho mientras me penetraba.


Por la mañana la luz del sol entraba con fuerza por las rendijas de la persiana. Una luz que me hería los ojos y me atravesaba el cerebro. A mi lado palpé el cuerpo de mi hermana que seguía muerta. La zarandeé un poco y note cómo se movía. Papá entró por la puerta y subió la persiana e instintivamente las dos nos tapamos la cabeza con el nórdico. Pero no nos dio tregua, tiró de él y lo dejó sobre el sillón mientras nos quejábamos.

—¡Vamos Ali! Arriba, —me dijo dándome un azote en el trasero—. Que quien madruga Dios le ayuda.

—Eso es una chorrada papá, —rezongué provocando su carcajada.

—Abre la boca, —me ordenó después de atraerme hacia el. Le obedecí y me metió una pastilla muy gorda dentro y me dio a beber agua—. Es un analgésico, porque seguro que te duele la cabeza.

Hizo lo mismo con mi hermana después de despertarla con mucho trabajo. Tuvo que emplear algo de fuerza: azotes en el trasero y unas tortitas en la cara.

—Vestiros con las cosas de senderismo que vamos a subir a Navacerrada: he llamado a la estación y han despejado la vía.

Nos vestimos con la ropa de nieve, botas y las raquetas en nuestras mochilas y salimos hacia la estación que esta a escasos doscientos metros. Subimos al puerto con un tiempo excepcional, pero con mucho frío. Desde allí, con papá fustigándonos implacable y siempre con las raquetas de nieves fuimos al puerto de la Fuenfría y desde allí, por la calzada romana hasta la puerta de casa: unos trece kilómetros. Llegamos muertas a eso de las cinco de la tarde.

Subimos al dormitorio y nos empezamos a quitar toda la ropa para ducharnos.

—Ali, dúchate tu primero que tengo que tratar un tema con Yoli.

Así lo hizo, y cuándo salí Yoli estaba despatarrada sobre la cama y papá sobre ella la tenía penetrada y la follaba con mucha calma: sin prisas. Casi no se la veía debajo de papá. No lo pude remediar y me tumbe a los pies de la cama para ver el espectáculo. Desde mi posición veía nítidamente cómo la poderosa polla de papá entraba y salía del interior de Yoli. Al empujar, el plug del ano se salía un poco para acto seguido volver a entrar. Mi hermana empezó a gemir y yo llevando la mano a la entrepierna empecé a masturbarme mientras me acercaba más. Llegué a estar a una cuarta de la vagina de mi hermana y de la polla de mi padre. Estaba tan cerca que creo que me salpicaban las gotitas del flujo de Yoli que se escapaban cada vez que papá apretaba. Cómo ya empieza a ser habitual en nosotras mi hermana se corrió varias veces y cuándo mi padre fue a eyacular, rápidamente se salio de Yoli y sujetándome la cabeza me la metió en la boca llenándomela de leche mientras llegaba al orgasmo.


 

Mientras papá y mi hermana se duchaban, yo me quede tirada en la cama degustando el sabor del esperma de mi padre.

Entre unas cosas y otras, cuándo bajamos al salón eran ya más de las seis y pico de la tarde y decidimos no comer y cenar más pronto, a eso de las siete. Le convencimos para que encendiera otra vez la parrilla y para evitar las prisas de la noche anterior echó unos troncos y los prendió fuego. Después regreso al salón, se quito la ropa y se sentó en el sillón con una copa de whisky en la mano. Hicimos ademán de meternos entre sus piernas cómo otras veces, pero no nos dejó.

—Quedaros ahí juntas que os voy a sacar unas fotos, —cogió su móvil y nos sacó una foto a las dos juntas de frente. Después nos puso de espaldas, nos sacó otra y un primer plano de nuestros traseros con los plug. A continuación nos dijo que nos abrazáramos y que nos besáramos en la boca y nos sacó un par de ellas, para después grabarlo en video—. Lo habéis hecho muy bien y ahora quiero que cada una se ponga a horcajadas sobre mis pies y os empecéis a masturbar las dos a la vez, y quiero que os corráis al mismo tiempo.

Sin decir nada cada una se puso en un pie de para empezar a masturbarnos. Notaba el dedo gordo de papá en el interior de mi vagina y eso me daba un placer enorme. Mire a mi hermana y vi que ya estaba cómo en trance y decidí acompasarme con ella. Cómo deseaba papá, las dos nos corrimos al mismo tiempo: fue un orgasmo largo y ruidoso. Papá lo gravo todo, desde que estábamos de pie hasta que nos quedamos exhaustas y sudorosas.

—Yoli mi amor, sube a la habitación del dormitorio, y en el mueble de los juguetes, en el cajón de arriba de la derecha hay varias cajas: trae las dos que tienen un 2 pintado con rotulador, y una toalla. ¿Quieres cariño?

—Si papi, —y salio corriendo escaleras arriba. Al momento bajó con las cajitas y la toalla y se lo dio.

—Muy bien mi amor, —y haciéndola una indicación para que se tumbara sobre sus piernas añadió—: pues tú la primera. Además, tenemos pendiente el castigo.

La quitó el plug que llevábamos desde hace cinco días y que solo nos quitábamos para hacer nuestras necesidades, y la limpio con la toalla igual que al plug. Después abrió la caja y sacó otro del mismo color pero más grande. Lo mojó con la boca, la separó las nalgas con los dedos de la mano izquierda, colocó el plug en la entrada y empezó a apretar suavemente hasta que entró con una queja de Yoli. Todo el proceso lo gravé con el móvil de papá. A continuación me tocó el turno a mi mientras Yoli me grababa.

Ya nos habíamos acostumbrado al pequeño, y estos que eran un poco más grandes se notaban y mucho, sobre todo al sentarnos y al andar.

Llegó la hora de la cena. Papá salió al exterior para prepararlo mientras nosotras volvíamos a montar el numerito, y después nos sentamos a la mesa y devoramos más que cenamos. Desde el desayuno no habíamos metido nada para el cuerpo que no fuera una barritas energéticas y la polla de papá.

Después de cenar y recoger estuvimos jugando a un juego de mesa y finalmente subimos al dormitorio. En la cama, una a cada lado de papá nos estuvimos morreando por encima de él hasta que finalmente nos puso a cuatro patas una al lado de la otra. Programó el móvil para que le avisara cada treinta segundos y nos empezó a follar. Cuándo sonaba la alarma, cambiaba, y así hasta que se corrió en la cara de las dos.

Después de asearnos un poco, principalmente para limpiarnos la cara, nos metimos en la cama y Yoli automáticamente se quedó dormida incluso antes de que papá apagara la luz.

—Ali, mañana va a ser un día especial para ti, —me anunció atrayéndome hacia el después de comprobar que mi hermana estaba K.O. Instintivamente me abrace a él y pasé la pierna por encima. Complacido papá me la acaricio desde la nalga hasta el pie—. Voy a hacer un experimento contigo.

—Si papá.

—¿No quieres saber de que se trata?

—Me da igual papá.

—Puede que sea algo que no te guste o que sea desagradable.

—No importa.

—De todas maneras te lo voy a decir. He notado que cuándo te castigo con los azotes te gusta y que sientes placer, —dijo papá mientras con la mano empezaba a juguetear con el plug anal—. Al menos esa es la impresión que tengo: no se si estaré equivocado.

—No papa: es cierto.

—Bien. Mañana por la mañana vamos a pasar a la habitación del pánico y te voy a torturar. Te voy a provocar mucho dolor con la mano, con látigos: con muchas cosas, —mientras hablaba seguía jugueteando con el plug e instintivamente refugie la cara en su axila. Sus palabras me estaban excitando mucho y papá lo sabía—. Voy a seguir toda la mañana y no me importaran tus suplicas para que pare. Por supuesto, durante el proceso te voy a penetrar y por último, al final de la mañana, lo haré por el culo. ¿Lo tienes claro?

—Si papá, pero Yoli…

—De eso no te preocupes. Mañana, antes de que se despierte la voy a dar una pastilla y no va a despertar hasta la tarde, —papá seguía jugueteando con el plug y ahora cogiéndolo con firmeza empezó a sacarlo y meterlo—. Quiero que te quede claro que mañana vas a sufrir mucho y vas a gritar hasta quedarte ronca.

—¿Y si me oyen desde la calle? —pregunté cardiaca perdida.

—De eso no te preocupes, esa habitación esta insonorizada y no se escucha nada cuándo la puerta esta cerrada, —papá me levantó la barbilla y empezó a morrearme mientras seguía metiendo y sacando el plug—. Y ahora quiero que te corras.

Siguió besándome y esa orden me había producido un trallazo de placer que me atravesaba la vagina, empecé a jadear y a los pocos segundos me corrí mientras papá con sus labios en los míos respiraba mis gemidos.

Todavía estaba oscuro cuándo papá me despertó suavemente. Miré el reloj y vi que eran las 7:00. Cómo siempre, Yoli estaba cómo muerta.

—Quiero que vayas al baño a cagar, —me dijo con toda rudeza, algo inusual en él.

—No se si voy a poder papá, —respondí somnolienta.

—¡Inténtalo zorra! —me apremió—. De todas maneras te voy a poner un enema: te quiero con las tripas vacías.

—Si papá, —respondí y salté de la cama. Esa forma tan burda de hablarme, lo inquisitivo de sus palabras me excitó mucho y mientras me dirigía al baño mi mano se alojó en mi chocho. Justo antes de entrar le mire y vi que me miraba con sonrisa de suficiencia y eso me excitó aun más. No me pregunte por qué papá quería ponerme un edema. Simplemente era su deseo y para mi era suficiente.

Me quité el plug, me senté y por más que lo intenté no salio gran cosa. Me lavé y salí del baño. Papá estaba en la cama con la espalda apoyada en el cabecero y con la espalda de Yoli apoyada en su pecho. La tenía despatarrada y la acariciaba el chocho, pero seguía sin reaccionar.

—Ayúdame Ali. En el cajón de la mesilla hay un tubo de pastillas, saca una y trae el vaso de agua. Métesela en la boca.

Papá la abrió la boca y la introduje la capsula. Después la di unas tortitas en la cara y cuándo abrió los ojos la di de beber. Inmediatamente cerró los ojos y siguió durmiendo.

—No estoy seguro de que sea necesario darla nada, —dijo riendo mientras me miraba—. Bueno, vamos a lo nuestro zorra. Ponte a cuatro patas en el borde de la cama.

Inmediatamente le obedecí solicita mientras papá dejaba a Yoli. Sacó del armario una bolsa de plástico y se acercó a mí. Pasó el dedo por mi línea vaginal y el roce hizo que arqueara la espalda. Comprobó que estaba húmeda cómo suele ser habitual en mi cuándo estoy a su lado. Con la cinta de embalar me sujetó los brazos atravesados por la espalda y me quedé apoyada sobre los hombros y las rodillas, con el trasero totalmente expuesto a sus deseos. La cabeza la tenía girada hacia el espejo grande y podía ver todo lo que hacia. De la bolsa sacó una caja alargada de cartón de colores naranja y blanco y de su interior sacó una botella de plástico y una bolsita con varios utensilios. Cogió la botella y le instaló una cánula larga. Después sacó un tubo de goma de cómo un centímetro de grosor. Me extrajo el plug del ano y después de lubricarme un poco empezó a introducirlo. Metió mucho tubo y notaba nítidamente cómo de movía en mi interior cuándo papá lo giraba. Después, conectó la cánula de la botella al tubo y manteniéndola en alto empezó a apretarlo. Noté cómo el liquido me inundaba el intestino, el vientre empezó a abultarse y comenzó una sensación que no sabría explicar. De improviso papá me dio un fuerte azote en cada nalga y a continuación me metió el dedo en el chocho. Solté un gemido y noté cómo papá sacaba un poco de tubo y volvía a bombear. La sensación era terrible, pero cada vez que papá me rozaba el coño sentía un placer enorme. Repitió la operación varias veces hasta que la botella de vació. Extrajo todo el dispositivo y me colocó nuevamente el plug.

—Ni se te ocurra echar nada fuera, —me dijo mientras me daba media docena de azotes—. ¿Entendido?

—Si papá, —le contesté. Notaba cómo en mi intestino de había desatado una verdadera tormenta y un dolor cada vez mayor se instalaba en mis tripas. Hacia fuerza con el ano para mantener el plug en su sitio y que no saliera disparado cómo me había ordenado papá.

Me agarró fuerte del pelo y me obligó a incorporarme y salir de la cama. Me quedé de pie y las piernas me sujetaban de manera precaria mientras el dolor aumentaba. Mientras, papá colocó a Yoli en el centro de cama, bocarriba y con las piernas totalmente separadas. Durante un rato la estuvo acariciando mientras yo me encogía de dolor. Después la besó en la boca y se levantó acercándose a mi. Me agarró nuevamente del pelo y empezó a mover el plug con energía. Me retorcía de dolor.

—¿Quieres cagar zorra? —me preguntó.

—Sí, por favor, por favor papá…

—Primero te lo tienes que ganar puta zorra, —dijo agarrándome la cara con la mano y mirándome fijamente. Sin soltarme del pelo empezó a abofetearme y después me arrastro hasta el sillón. Se sentó conmigo arrodillada entre las piernas.

—Vas a empezar a chupar muy, muy, muy despacio, y cuándo me corra, solo entonces, te quitare el plug y terminare de limpiarte las tripas. Puedes empezar.

Rápidamente atrapé con los labios la morcillona polla de papá y empecé a masturbarle de una forma desesperantemente lenta. En ocasiones tenía que dejar de hacerlo porque los retortijones eran tremendos y dolorosos. Eso excitaba a papá y conseguí que la polla se le pusiera dura. El tiempo pasaba muy despacio y no lo conseguía hasta que por fin, papá se corrió. Me agarró fuerte del pelo otra vez y sacándola de mi boca se corrió en mi cara.

No me dejó levantarme. Agarrada por el pelo me llevo de rodillas hasta el baño, me sentó en el inodoro y me quitó el plug.

—Todavía no, —me ordenó. Me parecía casi imposible mantener todo en el interior y tenía que hacer verdadero esfuerzo. El dolor era tremendo mientras el me mantenía agarrada y tenía su rostro a escasos centímetros del mío. Finalmente, dio la orden—: ¡Ahora!

Sin exagerar fue cómo un cañonazo. Un enorme placer en embargó y si papá me hubiera tocado ligeramente el chocho me abría corrido cómo una zorra. El olor era tan terrible que incluso sentí náuseas.

—Hay que ver lo que cagas con lo preciosa que eres, —bromeó papá. Me mantuvo sentada en el inodoro durante un buen rato mientras lo soltaba todo. Incluso me masajeaba el vientre para ayudarme. Después, me limpio el culo, me llevó a la ducha y procedió a ducharme meticulosamente.

Ya estaba preparada para lo que quisiera hacer conmigo.

 

 

 

 


sábado, 12 de septiembre de 2020

Mi padre, nuestro amo (capitulo 1) la iniciación.




LA INICIACIÓN.

Recuerdo a mi madre cómo una mujer preciosa, cálida, sensual y maravillosa. Con sus cuarenta años bien cuidados, y sin operaciones quirúrgicas de por medio, siempre hacia lo posible para parecer guapa. En la intimidad de nuestro hogar siempre estaba muy ligera de ropa: un tanga, cuándo lo llevaba, y un vestidito muy corto y fino que transparentaba su delgada silueta y sus pequeños y bien torneados pechos. Cuándo se inclinaba haciendo los quehaceres de la casa dejaba al descubierto, cuándo no llevaba el tanga, su esplendida y depilada vagina. Incluso mi padre, acostumbrado cómo estaba a follarla, levantaba la mirada y la observaba. Y es que, que nosotras supiéramos, eran de polvo diario y en ocasiones más: dos o tres veces a la semana había sesión doble. Mi hermana y yo lo sabíamos desde pequeñas porque mi madre, os puedo asegurar que silenciosa no era.

En cuánto a mi padre, era también un cuarentón de uno noventa de altura y de más de cien kilos de peso. Tenía un físico muy musculado, formado a diario en el gimnasio de la multinacional dónde trabajaba cómo alto ejecutivo: el gimnasio del sótano solo lo utilizaba mama. Eso nos permitía un nivel de vida elevado, que mi madre no trabajara y que a nosotras no nos faltara de nada. Nunca le habíamos visto desnudo, al contrario que a mama que lo hacíamos a todas horas. Era un padre cariñoso y nosotras le adorábamos.


      Mi hermana y yo éramos dos niñas felices y todo esto lo veíamos con mucha naturalidad. El sexo solitario lo descubrimos casi juntas, unos años después, una calurosa noche de verano en que mi madre lo estaba dando todo con sus gemidos por los innumerables orgasmos que disfrutaba. Lo de solitario es un eufemismo porque cómo veréis no fue tan solitario.

 

Aunque cada una tiene su habitación, esa noche me estaba masturbando muy excitada por culpa de mi madre, cuándo abriendo la puerta sigilosamente entró mi hermana que era dos años menor.

—Alicia porfa ¿Me dejas estar aquí? No puedo dormir, —y fijándose en lo que hacia me preguntó—: ¿Qué haces?

—Ven Yoli, quítate la camiseta y túmbate a mi lado, —la ordené mientras seguía acariciándome el clítoris con el dedo pero ahora mucho más despacio para prestar atención a mi hermana. Me obedeció y desnuda se tumbó a mi lado. Aunque casi no tenía pecho, lo cierto es que también se la notaba ese aire sensual que sin lugar a dudas habíamos heredado de mi madre—. ¿Nunca te has masturbado?

Negó con la cabeza sin perder de vista lo que estaba haciendo con la mano.

—Haz cómo hago yo: con el dedo medio acaríciate el clítoris. Empieza así que luego ya lo harás cómo quieras.

—¿Qué es el clítoris?

—¡Hay Yoli pareces boba! —dije perdiendo un poco la paciencia. Subí la cadera y girándome un poco hacia ella respondí—: Esto que tengo aquí, también lo tienes tú, y ahora cállate y dale.

Yoli empezó a estimular su clítoris fijándose en cómo lo hacia yo. Mientras, yo aumentaba la frecuencia y mi madre arreciaba en sus gemidos. Finalmente, vi cómo mi hermana se contraía, encogía los dedos de los pies y emitía unos sonidos ininteligibles. Unos segundos después hice algo parecido.

—¿Qué ha pasado Ali? —preguntó Yoli aun con la voz entrecortada mientras se seguía acariciando la vagina—. ¿Esto es lo que hace mama?

—Si, pero a mama se lo hace papá de otra manera y por lo que grita parece que mejor, —respondí mientras yo también me acariciaba la vagina.

—Yo quiero que me lo haga a mi también.

—¡Joder! Y yo, pero eso no se lo digas a nadie porque esta mal visto.


—¿Por qué?

—¡Hostias Yoli! Porque normalmente los padres no se follan a sus hijas… y menos con nuestra…

—¿Por qué?

—¡Yoli pareces boba! Pues porque no, —no lo dije muy convencida. Cogí su mano, la puse en mi chocho y yo hice lo mismo—. Vamos niña: dale caña.

Las dos nos masturbamos mientras imaginábamos que le estaría haciendo papá a mama porque eso es lo que las dos pensábamos que ocurría: él, para nosotras, era una especie de héroe. De siempre habíamos tenido esa visión de él.

Nos corrimos a la vez. Al mismo tiempo, cerramos los muslos aprisionando la mano de la otra mientras nos contraíamos por el chute de placer.

—Este ha sido mejor que el otro. A partir de ahora las pajas me las haces tú.

—Vale, pero tú a mí también.

Desde esa noche, todas las siguientes terminábamos juntas en mi cama. Nuestros juegos sexuales fueron avanzando hasta llegar a hacer unos sesenta y nueves tremendos asesoradas por los videos que veíamos en Internet.


 

Todo saltó por los aires un desafortunado día en que mi madre tuvo un accidente de tráfico. Un borracho hijo de puta la embistió con un camión y la mató.

Durante varios días estuvimos en shock. No nos acostumbrábamos a no ver la figura semidesnuda de mama por la casa y su trato cálido y cariñoso. Papá me dijo que yo tenía que sustituir a mama en las cosas de la casa, pero sin descuidar mis estudios, y que Yoli y el me ayudarían en todo lo que pudieran.

Nuestra vida se fue normalizando y un par de meses después, una noche en que Yoli y yo nos estábamos comiendo los chochitos, sigilosamente mi padre entró en la habitación y se sentó en el sillón de mi escritorio. No se cuánto tiempo estuvo mirándonos, pero solo reparamos en su presencia cuándo las dos nos corrimos.

—¿Qué haces ahí papá? —acerté a preguntar roja cómo un tomate cuando reparamos en él. Sin decir nada se levantó y empezó a quitarse el pijama. Cuándo se quedó desnudo pudimos ver la erecta polla de veinte centímetros que enloquecía a mama. Las dos sentimos una punzada de placer en el chocho.

—Yolanda, ven aquí, —la ordenó papá mientras se sentaba. Separó las pierdas y la hizo arrodillarse. La cogió su cabeza con las dos manos y la besó en los labios, primero suavemente y después de una forma mucho más apasionada. Después, la miró con una sonrisa y haciéndola inclinarse la introdujo la polla en la boca—. Las manos a la espalda y chupa muy, muy despacio, que tengo que hablar con tu hermana. Si lo haces mal tendré que darte unos azotes en el culo.

—Papá, esto que has visto es algo que no sé cómo ha podido pasar… —empecé a decir a modo de disculpa mientras cómo hipnotizada veía a mi hermana tragarse sin rechistar parte de la polla de papá, pero él me interrumpió.

—Acaso piensas que soy tonto Alicia, —dijo mirándome fijamente mientras con la mano acariciaba el trasero de Yoli.

—No papá, —respondí avergonzada.

—Hace mucho tiempo que sé lo que hacéis, desde mucho antes de que muriera mama, incluso mucho antes de que pensarais en hacerlo yo ya sabía que lo ibais a hacer, —dijo dando un fuerte azote a Yoli en el rasero mientras con la otra mano la sujetaba la cabeza para que no se sacara la polla de la boca, y después, mientras miraba la marca de la palma de su mano en la blanca nalga de mi hermana pequeña añadió mirándome—:  Me molesta mucho que no me lo dijerais, porque tengo polla suficiente para follaros a las tres, pero desgraciadamente tu madre ya no está.

—Mama no hubiera querido, —acerté a decir inmersa en el estupor.

—Tu madre hacia todo lo que yo la decía: era mi esclava, y vosotras dos lo vais a ser ahora, —levantó la cara de Yoli y después de morrearla de nuevo durante un rato la dijo mirándola fijamente—. ¿Tú estás de acuerdo Yoli, harás todo lo que papá te pida?

—Si papi.

—¿Sea lo que sea? Piensa bien la respuesta ¿aunque sean cosas muy guarras y que no entiendas?

—Si papi.

—Buena niña, —la dijo mientras la acariciaba la mejilla—. Vas a seguir chupándomela muy despacio y cuándo me corra, que es una cosa blanca que va a salir por la punta, quiero que te lo quedes en la boca, me lo enseñes y luego te lo tragues. De ahora en adelante siempre lo harás así. ¿Me lo prometes?

—Si papi.

Yoli siguió chupando y cuándo papá se corrió, triunfante le enseñó la boca abierta llena de esperma y se lo tragó. La muy zorra no hizo ni un mal gesto, y supe en ese momento que yo tenía que estar a su altura y ser igual de zorra que ella y eso me excitó aun más.

—Buena niña, buena niña, —la recompensó papá mientras la acariciaba la mejilla. Después me hizo una indicación para que me acercara y me arrodillara junto a ella. Nos acercó la polla y una por un lateral y la otra por el otro empezamos a chapársela mientras él la deslizaba entre las dos. Después la retiró y nos miró mientras nosotras nos morreábamos y con las manos nos estimulaba la vagina. No duró mucho porque a los pocos minutos las dos nos corríamos abrazadas a los poderosos brazos de papá mientras gritábamos desaforadas.

Con cuidado nos dejó caer al suelo, se levantó y salió de la habitación mientras nosotras nos recuperábamos sin movernos del sitio dónde estábamos tumbadas. Un par de minutos después regresó con un vaso de whisky y se volvió a sentar. Separó las piernas y nos hizo arrodillarnos entre ellas. Nos sentamos sobre nuestros talones y apoyamos la cabeza cada una en una pierna. Así estuvimos un rato mientras papá saboreaba su copa y su triunfo total sobre nosotras.

—Bien, vamos a acabar por hoy, —dijo finalmente apurando la copa. Instintivamente las dos nos incorporamos un poco y le miramos expectantes cómo solicitas mascotas a su amo—. Alicia, tienes que igualar a tu hermana: me la vas a estar chupando hasta que me corra y luego ya sabes lo que tienes que hacer. ¿Lo has entendido?

—Si papá.

—Pero primero quiero que me chupes el ojo del culo, —se puso en el borde del sillón y levantó las piernas hacia arriba mientras yo, sin pensarlo empecé a chuparle el ano. Creo que lo hizo para ponerme a prueba porque yo era la mayor. Al cabo de un rato se sentó bien y empecé a chuparle la polla mientras mi hermana, por indicación de él, se acurrucaba entre sus brazos y empezaba a morrearlo.

Era mi primera polla, aunque la verdad es que era lo primero de todo: mi experiencia sexual era nula. Me costó trabajo que se corriera porque hacia poco que la zorra de mi hermana se había tragado toda la leche de papá y le había dejado seco, pero al final lo conseguí. También triunfante le enseñe la boca, no tan llena cómo la de mi hermana, y me lo tragué. Inmediatamente, papá me recompenso acariciándome la mejilla y el pelo mientras repetía: «Buena niña, buena niña»

—Ya esta bien por hoy que mañana tenéis que madrugar. Mañana estudiaremos las nuevas normas y responderé a las preguntas que queráis hacerme. Solo una cosa: nada de lo que ha pasado hoy o lo que va a pasar en el futuro puede salir de aquí. ¿Entendido?

—Si papá, —respondimos a la vez.

—Además, tenéis que tener una cosa muy clara, si se supiera, posiblemente yo iría a la cárcel y vosotras a un centro de acogida porque no tenéis más familia que yo. Y ahora a la cama que ya es muy tarde y mañana tenéis que ir al cole.


 

LAS NORMAS.

1.º Obedeceréis en todo lo que papa ordene, sea lo que sea.

2.º Siempre estaréis a la disposición de papá para hacer con vosotras los que él quiera. Juntas o por separado. Con papa, o con quien él diga. Todos vuestros agujeros naturales son de libre acceso para él y para quien él quiera.

3.º En casa, en el jardín y en la piscina, siempre estaréis completamente desnudas, mientras no tengamos visitas. Si no viene la asistenta, después del cole las dos os ocuparéis de las tareas de la casa.

4.º Fuera de casa vestiréis cómo queráis y cuándo acompañéis a papá cómo él os diga.

5.º Siempre estaréis perfectamente depiladas. Solo podéis tener pelo en la cabeza.

6.º Siempre, sin excepción, dormiréis en la cama de papa.

7.º En casa llevareis un collar de sumisión con la inscripción “propiedad de papá”, para demostrar vuestro compromiso de sumisión con él.

8.º Controlaréis vuestro peso. Ali no puede pesar más de 40 kilos, y Yoli de 35 kilos. En todo caso, cuándo seáis más mayores no podéis pasar de 48 kilos.

9.º Tenéis prohibido fumar o beber a no ser que papá lo autorice.

10.º Todos los días sin excepción haréis 45 minutos de ejercicio físico cómo mínimo.

11.º El incumplimiento de cualquiera de los puntos anteriores requerirá el castigo que papá considere idóneo.

12.º Bajo ninguna circunstancia revelareis a nadie lo que papá hace con vosotras: el secreto debe ser total.

13.º Todos los artículos anteriores se resumen en: siempre obedeceréis y el NO, no es una opción.

14.º Este contrato es vitalicio y cualquier cambio en él requiere la autorización de papá.

ANEXO TRANSITORIO: Cómo iniciasteis una relación entre vosotras sin pedir permiso a papá, diariamente y durante un mes, recibiréis un castigo de 30 azotes en el trasero y cada semana se aumentara en diez el número.


 

Esta es la lista de normas que papá nos puso delante a mi hermana y a mi cuándo a media tarde regresó a casa del trabajo. Había más apartados de carácter jurídico que nos impresionaron bastante, pero los importantes eran estos.

Durante un buen rato, los tres sentados en la mesa del comedor, estuvimos repasando concienzudamente punto por punto todos los apartados de la lista y papá respondió a cualquier duda que pudiéramos tener.

—Entonces ¿Ya no hay más dudas? —preguntó finalmente mirándonos a los ojos alternativamente. Las dos negamos con la cabeza—. ¿Estáis de acuerdo en los términos de la relación que vamos a iniciar?

—Yo solo quiero lo que tu quieras papi, —dijo mi hermana.

—Yo también papá, —corroboré igualmente.

—De acuerdo. Vamos a firmar los contratos para que quedéis vinculadas a estás normas, pero ahora mismo estáis incumpliendo el apartado tercero.

Las dos nos inclinamos sobre la lista e inmediatamente nos levantamos y empezamos a desnudarnos. Después puso los contratos delante de nosotras y procedimos a firmar cada una el suyo mientras nos gravaba con una cámara de video después de que cada una leyera en voz alta todos los puntos del contrato. Después recogió los papeles, la tarjeta de memoria con el video, los metió en una carpeta con nuestro nombre y subió a su habitación. Por indicación suya le acompañamos. Íbamos por delante y mientras subíamos la escalera notaba nítidamente la mirada de papá en nuestros traseros. Entramos en su dormitorio dónde reinaba su gran cama de dos metros con dosel, y ante nuestra sorpresa vimos cómo abría una puerta que había escamoteada detrás del gran espejo en el que mama no paraba de mirarse: era una habitación de pánico. De grandes dimensiones, en su interior había una gran caja fuerte de aspecto antiguo dónde papá guardó nuestro contrato. Me fije que en la habitación había un gran sillón, una mesa acolchada, una silla y que de unas vigas de acero que había en el techo colgaban, poleas, argollas y cadenas. En poco tiempo descubrimos que esa habitación del pánico tenía varias utilidades más.

—Muy bien. A las nueve a la cama que necesito tiempo para seguir jugando con vosotras y además mañana hay que madrugar. Eso significa que a las ocho de la tarde cenamos. Hasta esa hora estáis libres, pero antes de iros a vuestras habitaciones voy a adornaros un poco, —dijo cogiendo un par cajitas de un mueble que había en un lateral y se sentó en el sillón—. A ver Alicia que eres la mayor, elige color: ¿rosa o morado?

—Morado.

Papá me hizo tumbarme sobre sus piernas bocabajo, sacó un plug metálico morado de una de las cajas y después de lubricarlo un poco me lo introdujo en el ano sin muchos miramientos. Me dolió mucho y me queje, pero papá me dio un azote en la nalga marcándome la palma de la mano y dijo—: ya esta, así estás mejor.


Después le tocó el turno a Yoli, pero con ella tardó mucho más. La separó las nalgas con los dedos de la mano izquierda y con los de la otra mano estuvo un buen rato lubricando su ano. Después empezó a introducirla un dedo. Desde mi posición veía cómo el dedo de papá entraba y salía parsimonioso del estrecho conducto de Yoli que empezó a gemir de placer. Después fueron dos dedos y finalmente el plug rosa. Cuándo la entró, se quejó un poco pero la verdad es que ya estaba cardiaca perdida. Durante un rato estuvo metiéndola y sacándola el plug mientras con la otra mano la acariciaba la vagina. Entonces arqueo la espalda, encogió los dedos de los pies y tuvo un orgasmo tremendo. Se quedó inerte, cómo inconsciente y papá la dio la vuelta y la atrajo con ternura hacia su musculazo pecho.

—No hace falta que te quedes Ali, —me dijo mientras la morreaba—. Vete a tu habitaron si quieres: yo me quedo con ella.

—Gracias papá, pero prefiero quedarme con vosotros.

—Cómo quieras, pero tráeme una copa de whisky. ¿Quieres, mi amor?

—Si papá, —le preparé la copa y después de dársela me metí entre sus piernas y apoyé la cabeza en su muslo mirando hacia dentro. Veía la gran polla de papá, morcillona, pero apetecible e impresionante a pesar de su falta de erección plena. Con la punta de la lengua empecé a jugar con ella hasta que finalmente me la metí en la boca.

—No quiero que te toques Ali, y no chupes: solo tenla en la boca, —ordenó papá—. Una cosa más: lo que os he puesto en el culo no os lo podéis quitar sin mi permiso.

—Sí papá, —respondí y susurro Yoli. Por supuesto le obedecí y tuve una experiencia casi mística cuándo percibí cómo la polla de papá crecía en mi boca y la llenaba: casi tuve un orgasmo.

Con mi hermana entre sus brazos y conmigo entre sus piernas con su polla en mi boca, desnudas con un plug en el culo y totalmente entregadas, triunfante, papá mientras seguía morreando a Yoli, se bebió la copa hasta la hora de cenar para la que no quedaba mucho.


 

Cenamos algo muy ligero que papá había traído de una casa de comida rápida. Al principio, mi hermana y yo nos sentamos un poco de lado porque el plug nos molestaba, pero papá nos obligó a sentarnos bien y percibimos la plenitud del plug en nuestro culo: Yoli casi se corre otra vez y yo parecido.

—Papá, ¿podemos tomar un poco de vino para celebrar el contrato? —pregunté.

—Si, si, papi, porfa, —se ilusionó Yoli.

—No debéis tomar alcohol…

—¡Jo! Papi porfa: solo un poco, —insistió Yoli.

—Te va a sentar mal, —y mirándome añadió—: y a ti también, y mañana tenéis que madrugar…

­—Pues el viernes, —ofrecí.

—El viernes nos vamos a la casa de la sierra para completar vuestro adiestramiento. De acuerdo, el viernes por la noche podéis beber un poco de vino, pero no se va a repetir más veces. ¿Entendido?

—Si papá, —respondimos al mismo tiempo.

—Muy bien, vamos al dormitorio.

Los tres subimos otra vez las escaleras con nosotras por delante y nuevamente note los ojos de papá clavado en nuestro trasero. Por indicación de papá entramos otra vez en la habitación del pánico.

—Yoli, acércate cariño, —dijo papá sentándose en el sillón. Después la hizo sentarse a horcajadas en sus rodillas y la preguntó mientras la tocaba el plug y la sobeteaba el trasero—. ¿Te gusta lo que hacemos mi amor?

—Si papi.

—¿Qué es lo que más te gusta? —insistió papá, pero Yoli se limitó a encogerse de hombros—. ¿Cuándo te toco el chochito, cuándo me la chupas…?

—Las dos cosas me gustan mucho papi, pero creo que la que más es chupártela. Es muy grande y no me entra toda…

—Te entrara, mi amor, te entrara.

—¿Cómo? Papi es imposible.

—Ya veras cómo si te entra, lo que pasa es que tenéis que aprender. No te preocupes mi amor que yo te enseñaré, y a tu hermana también, —mientras tanto permanecía de pie junto a ellos atenta a la conversación. Entonces me miró y dijo señalando el mueble que había junto a la pared—: Ali, en el cajón de arriba hay un rollo de cinta de embalar plateado: tráelo.

Mientras lo hacia, papá cruzó los brazos de Yoli por detrás de la espalda de mi hermana y siguiendo sus instrucciones los inmovilice con dos trozos de cinta. Mientras lo hacia papá la estimulaba el chocho y el plug y cuándo vio que estaba a punto de tener un orgasmo, paró. Me ordenó sentarme dándole la espalda en uno de los brazos del sillón y procedió a inmovilizar mis brazos igual que a Yoli.

—Muy bien, vamos a empezar con el anexo, —con una facilidad asombrosa descabalgó a mi hermana y la tumbó bocabajo sobre sus piernas.

Sin más preámbulos, empezó a darla azotes en las nalgas alternándolas. Cuándo llegó a diez, empezó a estimular el clítoris de mi hermana hasta que empezó a gritar de placer. Paró y la dio otros diez azotes y volvió a estimularla. Repitió la operación una tercera vez y la dejó correrse. Durante unos instantes estuvo pasando las uñas por su enrojecido trasero marcando efímeras rayas blancas. Todavía no se había recuperado cuándo la incorporó y la estuvo morreando saboreando sus jadeos.

Después se levantó del sillón con ella en brazos y suavemente la deposito bocarriba sobre la mesa acolchada con el trasero en el borde. Sacó unos trozos de cuerda y la ató las piernas flexionadas y muy abiertas, dejando totalmente expuesto su chochito.

Entonces me tocó el turno. Me sentó a horcajadas sobre sus piernas y durante un buen rato estuvo morreándome. Reconozco que cuándo está con Yoli siento celos de la atención especial que tiene con ella, aunque lo comprendo. Ahora estoy en el paraíso besándome con el y que bien sabe su boca. Soy plenamente consciente de lo que va a pasar a continuación y del dolor que voy a sufrir, pero estoy deseando sentir su mano en mi trasero.

Igual que mi hermana, tuve un orgasmo. Papá me atrajo hacia su pecho y dejó que me tranquilizara mientras me acariciaba el pelo y me besaba en los sabios. Punzadas de placer me atravesaban la vagina y me hacían gemir levemente.

Soy feliz.

 

Papá nos lee perfectamente a las dos cómo si fuéramos libros abiertos. Sabe perfectamente que con Yoli el diálogo tiene que ser permanente para ayudarla a ir a dónde el quiere, pero conmigo no es necesario, solo deseo que haga conmigo lo que quiera. Da la impresión de que mi hermana es más arrastrada y servicial que yo, pero es una percepción engañosa: yo lo soy más, si eso fuera posible.

Papá se levantó conmigo en brazos y suavemente me depositó sobre la mesa acolchada dónde mi hermana estaba atada: había sitio de sobra. Se acercó al mueble del lateral y de uno de los cajones sacó varias cosas: dos vibradores, unas esposas grandes y una correa. Dejó los vibradores sobre el vientre de Yoli y se acercó a mí. Me colocó bocabajo y con las esposas me sujetó los tobillos. Después, con una correa sujetó las esposas con mis brazos dejándome con los pies hacia arriba. Durante un rato estuvo acariciándome, en especial los pies.

—Estos pies me los voy a follar… y los de tu hermana también, pero hoy no: otro día.

Se acercó otra vez al mueble y sacó dos mordazas de bola. Una la dejó también sobre Yoli y con la otra se acercó a mí. Me metió la polla en la boca y durante un rato estuvo follándomela mientras me besaba los pies.

—Lo siento mi amor, —dijo sacándome la polla de la boca y poniéndome la mordaza de bola—, pero ahora tengo que ocuparme de tu hermana: luego que ocuparé de ti, no te preocupes.

Me dio un azote cariñoso en el trasero y se acercó a Yoli que desde dónde estaba miraba constantemente todo lo que hacia papá.

—Muy bien preciosa, —la dijo besándola los pies—. Vamos a jugar a algo muevo: ¿estás preparada?

—Si papi, —respondió Yoli. Papá se inclinó sobre ella y durante un rato largo la estuvo besando los labios. Después la puso la mordaza de bola y la siguió besando.

Todo esto era nuevo para nosotras. En mi caso notaba cómo sin poder evitarlo, la baba me salía por la comisura de los labios creando un pequeño charco en la mesa. Eso me humillaba, pero al mismo tiempo me excitaba enormemente. Si en ese momento papá me hubiera rozado levemente con el dedo meñique, me hubiera corrido cómo una perra.

—Muy bien mi amor, —dijo papá sentándose en la silla frente a la vagina expuesta de Yoli—. Voy a chuparte el chochito cómo lo hacia tu hermana, pero yo no voy a parar, y voy a seguir mucho tiempo. También me voy a ayudar con estos dos vibradores, —se los enseñó—. Posiblemente me pedirás que pare, que lo deje, incluso lloraras, pero no lo voy a hacer: por el contrato que firmaste tengo derecho a hacerlo y además llevo mucho tiempo esperando este momento. ¿Lo entiendes, estás de acuerdo mi amor? —mi hermana afirmó con la cabeza. Solo con las palabras de papá desde mi sitio veía cómo la caja torácica de Yoli de expandía marcando las costillas con respiraciones profundas presa de excitación.

Papá se inclinó y empezó a besar suavemente su vagina. Desde el primer momento mi hermana empezó a gemir, mucho más cuándo la lengua de papá entró en acción. Un par de minutos después tuvo el primer orgasmo. Intentó cerrar las piernas, pero no pudo y eso intensifico el placer. Papá siguió chupándola y cinco o seis minutos después tuvo otro. Papá siguió, y siguió, mientras mi hermanita berreaba de puro placer. Cómo dijo papá, casi desde el principio intentó resistirse, pero no podía y cuándo papá empezó a utilizar los vibradores fue a peor: los orgasmos se sucedían con mayor frecuencia y papá los apuntaba en una libreta que tenía al lado. Desde mi sitio, estaba tan excitada que tuve un orgasmo frotándome contra la mesa. Papá se percató y me miró con una sonrisa.

Con mi hermana estuvo durante una hora y alcanzó nueve orgasmos según la dijo luego. Despacio y con mucho cuidado la estuvo desatando las piernas mientras la llenaba de besos. Yoli estaba cómo en trance, su cuerpo sudoroso se sacudía con ligeros espasmos. Cuándo la liberó los brazos se los estuvo masajeando mientras ella apoyaba la cabeza en su pecho. Por último, la quitó la bola de la boca y durante un ratito la estuvo morreando.

—Muy bien mi amor: buena niña. ¿Te ha gustado? —Yoli afirmó con la cabeza y papá la abrazó con ternura mientras la volvía a besar. La levantó en brazos y la llevó a su cama dónde la deposito con cuidado. Después de secarla el sudor del cuerpo con una toalla, la arropó y la dejó dormir.

—Muy bien Ali: te toca. —dijo papá acercándose. Me soltó los pies, me colocó en la misma posición que estaba mi hermana y me ató de la misma forma.

Igual que a mi hermana, empezó besándome el chocho, cogiendo con sus labios los míos vaginales. Cuándo estaba al borde del orgasmo me toco el clítoris con la punta de la lengua y me corrí: mi cuerpo se contrajo y mi placer se acrecentó por no poder interponer ninguna oposición. Sin darme descanso empezó a explorar con la lengua toda la zona exterior de mis genitales: desde la vagina al ano aunque estaba ocupado por el plug. También exploró un poco del interior y nuevamente cuándo estaba a punto me provocó otro orgasmo atacándome levemente el clítoris. Que duda cabe que papá tiene mucha practica y sabe lo que hace.

Siguió ayudándose con los vibradores hasta completar la hora. En ese tiempo no pare de chillar, mientras cómo hizo con mi hermana apuntaba mis orgasmos en la libreta. Con el tiempo descubrí que en esa libreta estaban los “experimentos” que papá hacia con mama.

Todo fue estimulación exterior. En ningún momento introdujo los vibradores con profundidad en el interior de mi vagina. Tenía reservada nuestra virginidad para otro momento.

Se levantó de la silla y después de darme un par de azotes en el trasero se acercó a la cama donde mi hermana se movía bajo las sabanas. Las apartó y vio que se estaba tocando.

—Mi amor, tendrías que estar durmiendo, —la reprendió con cariño mientras la atraía hacia su pecho.

—No puedo papi ¿me vas a hacer más cosas? —papá la miró con ternura mientras la besaba en los labios.

—Ya veo que eres una viciosilla. ¿Quieres chupármela y que te llene la boca de leche?

—Si papi, porfa.

—De acuerdo, pero no quiero que te toques más.

—Es que se me va la mano sola, —papá soltó una carcajada y la achuchó más.

—Eres tan zorrita cómo lo era tu madre. No te preocupes que yo lo soluciono.

Papá se levantó y entrando en la habitación dónde yo seguía atada cogió las esposas de los tobillos, la correa y del mueble otras esposas más. Regresó junto a Yoli y la esposó las manos a la espalda. Luego la sujeto los tobillos y bocabajo la flexiono las piernas hacia arriba y las unió con la correa. Yoli se retorcía de placer y cuándo papá la metió la mano entre las piernas empezó a estimularla vigorosamente hasta que la provoco otro orgasmo.

Mientras se recuperaba, regresó junto a mi y se sentó en la silla. —perdona mi amor, pero tu hermana esta muy excitada.

—No pasa nada papá, —empezó a chuparme el chocho e instantáneamente empecé a gemir hasta que unos minutos después me corrí otra vez.

Papá empezó a desatarme mientras me recuperaba. Con la toalla me secó el sudor que empapaba mi cuerpo y en brazos me llevó a la cama dónde Yoli se retorcía cómo una anguila sin poder tocarse. Me soltó y sacó a mi hermana de la cama poniéndola de rodillas en el suelo. Tengo que reconocer que la imagen de mi hermanita de rodillas, con las manos esposadas a la espalda, igual que los tobillos también era muy sugerente. Papa sacó una pastilla de un tubo que tenía en el cajón de la mesilla y la partió por la mitad. Después se puso frente a ella y sin más la metió la polla en la boca. Yoli empezó a chupar cómo una posesa. mientras se retorcía de placer.

—Papá, me dejas tocarme, —le pregunté sumisa y solicita.

—Si mi amor, puedes tocarte.

—Gracia papá.

Siguió follando la boca de mi hermana y cuándo estuvo a punto de correrse la ordenó que no se lo tragara y que se quedara con la boca abierta sin derramar nada. Papá se corrió al mismo tiempo que lo hacia yo y cuándo mi hermana le enseñó la boca llena de leche, la echó la pastilla en el interior y después de moverlo todo con el dedo la ordenó tragárselo. Después la agarró por el pelo y la inclinó hasta que su cara se pegó al suelo, y así, con el culo en popa, cogió el plug rosa y empezó a sacarlo y meterlo sin miramientos. Yoli empezó a chillar primero de dolor y al instante inequívocamente de placer y un par de minutos después tuvo un orgasmo que la dejó tirada en el suelo.

Papá se volvió hacia mi y acercándose me ofreció la polla. Rápidamente me incorpore y me la metí en la boca mientras notaba cómo el deseo me volvía a poseer. A pesar de estar morcillona casi me llenaba la boca.

—Vamos a ver cuánto te entra. Quiero que relajes totalmente la garganta.

No me dio tiempo a contestar. Me sujetó la cabeza y empezó a apretar suavemente. Cuándo el glande me tocó la campanilla de la garganta tuve varias arcadas pero siguió empujando hasta que mi nariz tocó su vientre mientras seguía con las arcadas y mis manos intentaban separarlo.

—Muy bien, buena chica, —me dijo cuándo la sacó y mientras me acariciaba la mejilla—. Tienes que entrenar la garganta para que te entre entera, erecta y sin arcadas. Y tu hermana también.

—Si papá.

—Pues hala, a la cama, —ordenó papá mientras se inclinaba y recogía a Yoli del suelo que estaba cómo muerta. La metió en la cama, la quitó las esposas, se puso entre las dos, nos arropó y apagó la luz.


 

El movimiento de la cama me despertó y la luz de la lamparita de la mesilla me deslumbró. Soñolienta mire a papá y le vi de rodillas sobre la cama. Sujetaba la cabeza de Yoli mientras la penetraba la boca.

—¿Qué hora es papá? —susurré.

—Las seis y cuarto. Todos los días, antes de irme a trabajar me tenéis que descargar: la forma de hacerlo ya lo decidiré en el momento. Luego seguís durmiendo hasta que os levantéis para ir al cole. ¿Lo has entendido?

—Si papá.

Yoli seguía cómo muerta. Finalmente, papá se corrió y Yoli automáticamente se lo tragó a pesar de seguir medio dormida. Después se fue al baño.

—A tu hermana despiértala sin contemplaciones: no quiero que falte a clase, —empezó a darme instrucciones cuándo salió de ducharse y se vestía—. Anoche la di solo media pastilla para que se tranquilizara y pudiera dormir… y nos dejara dormir a nosotros. Cuándo regrese a casa esta tarde os quiero preparadas para seguir con el adiestramiento y por supuesto con los deberes de la escuela hechos. No quiero excusas. ¿Está claro?

—Si papá.

—Mañana viernes nos vamos a la casa de la sierra. Cómo allí también vais a estar desnudas, prepara una bolsa con vuestras cosas de aseo y las cosas de senderismo: nada más. ¿Entendido?

—Si papá.

Se inclinó para besarme, me dio un azote en el trasero y se fue. Coloqué a mi hermana bien para poder arroparla y abrazada a ella me quede dormida.