lunes, 28 de septiembre de 2020

Mi padre, nuestro amo (capitulo 2) El adiestramiento (1)


 

 

Mi hermana y yo éramos y somos dos niñas un poco retraídas y tímidas. No se nos da bien conectar con los demás, y la verdad es que, amigos, lo que se dice amigos, no tenemos ninguna de las dos. Desde muy pequeñas, desde que Yoli se manejaba por su cuenta, creamos un círculo propio, intimo y privado dónde las dos nos apoyábamos. En los recreos del cole siempre estábamos juntas y rehuíamos a las demás niñatas y por supuesto a los niñatos. Considero que mi hermana es mi mejor amiga y se que ella me corresponde de igual manera. No nos costó trabajo adaptarnos a la nueva situación con mi padre, porque no teníamos amistades a los que echar de menos, y además, desde muy pequeñas papá para nosotras era nuestro héroe, nuestro confidente, incluso más que mama, alguien en quien confiar sin la más minima duda, alguien que siempre estaba ahí disponible pasa nosotras. Por eso no nos resulto difícil aceptar las demandas y los deseos de papá. Sabíamos que no nos iba a hacer nada malo, cómo así fue. En esos tres primeros días, entramos en un mundo de nuevas sensaciones y de placeres desconocidos para nosotras.

Había llegado el fin de semanas y las expectativas de lo que iba a ocurrir en la casa de la sierra nos tenía muy excitadas y nerviosas. Además, era un fin de semana largo porque el lunes era fiesta en Madrid. Hasta ese momento todo se había reducido a penetraciones orales, el plug del culo no cuenta, a los orgasmos que papá nos provocaba con la mano o la lengua y a los castigos.



El viernes no regresamos a casa en el bus del cole. Papá nos esperó a la salida con el todoterreno familiar y en el nos dirigimos a Cercedilla, un pueblo cercano al Puerto de Navacerrada dónde teníamos la casa: un precioso chalé en las cercanías de la carretera de La Dehesa. Estaba nevando y todo se veía completamente blanco y las calles casi intransitables, pero papá, que paró para poner cadenas, pudo llegar y meter el coche dentro del garaje.

Cuándo entramos comprobamos que él ya había estado allí porque la casa estaba caliente con la calefacción a tope.

—He venido esta mañana para que la casa este caliente y para hacer la compra que esta noche y mañana dan más nieve.

—¿Nos vamos a quedar aquí encerradas contigo papi? —preguntó ilusionada Yoli que para ella parecía que era una aventura.

—Eso parece mi amor.

—Nosotras nos vamos al baño a ducharnos y a prepararnos, —dije cogiendo a mi hermana del brazo—. Ahora venimos.

—Muy bien. No tardéis que mientras voy preparando una merienda cena.

Al rato, las dos entramos en la cocina dónde papá ya tenía preparada la mesa y nos sentamos a cenar entre risas, bromas y confidencias.

—Papi, ¿nos vas a follar ahora? —preguntó de repente Yoli y papá casi se atraganta.

—Primero habría que saber si tu y tu hermana sabéis lo que es, —dijo papá saliendo de la sorpresa inicial. Papá me miró y muerta de risa asentí con la cabeza indicándole que si lo sabía. Desvío la mirada hacia mi hermana y la preguntó—: ¿Y tu cariño?

—No estoy segura papi, pero se que lo hacen los mayores.

—Así es mi amor. En general lo hacen los mayores y en ocasiones las niñas pequeñas y preciosas cómo tu hermana y tu, pero esto entra dentro de nuestro secreto. ¿Y sabes en que consiste? —Yoli se limitó a encogerse de hombros.


—Pues papá te mete la polla, esa que tanto nos gusta, en tu chochito, —intervine de una manera un poco brusca. Tenía ganas de que la sobremesa se acabara y papá empezara a hacernos cosas. Papá me reprendió con la mirada y lo intente arreglar—. Cuándo papá te mete la polla en la boca te gusta mucho, ¿verdad? Pues cuándo te la meta ahí te va a gustar muchísimo más.

—¿Cómo lo sabes?

—Porque lo he leído, —claramente mi adorada hermana estaba por tocar las narices.

—Mi amor, ¿confías en mi? —intervino papá al rescate.

—Claro papi.

—Pues yo te prometo que te va a gustar tanto que vas a querer repetir muchas veces. Y sí, te voy a follar ahora y esta noche a tu hermana.

—Vale papi.

—Pero primero vamos a jugar, —dijo papá levantándose de la mesa. Nosotras también lo hicimos y subimos al dormitorio con papá siempre detrás observando nuestros traseros.

Allí descubrimos que también había una habitación de pánico equipada para nuestros juegos. Papá ató a Yoli los brazos cruzados a la espalda y la tumbo sobre la mesa. La abrió las piernas y las inmovilizo con cuerdas. Después me ordenó que me subiera a la mesa y me sujetó con esposas las muñecas a la espalda y los tobillos con grilletes. Después de unirlo todo con una correa y de morrearme un rato, de puso una mordaza de bola y me colocó bocabajo por lo que las piernas quedaron flexionadas con los pies hacia arriba. Me dio un sonoro azote en el trasero, se sentó en la silla frente al chochito de mi hermana y empezó a trabajar. Como las otras veces, durante más de media hora la estuvo forzando orgasmos, hasta que finalmente la desató las piernas y cogiéndola en brazos la deposito suavemente sobre la cama.

 A esas alturas yo estaba con un calentón enorme. Me cogió en brazos a mi también y me dejó en la cama al lado de mi hermana que cómo las otras veces estaba cómo en trance. Se colocó entre sus piernas y con mucha parsimonia se estuvo untando la polla con lubricante. Después le tocó el turno a Yoli y estaba tan sensible que casi se corre otra vez. Se tumbó junto a ella, la colocó sobre el y me atrajo para que me quedara junto a ellos. La puso la polla en la entrada del chochito e instintivamente Yoli empezó a empujar hacia abajo. Todo su cuerpo temblaba y no sabría decir si gimoteaba de dolor o de placer, aunque cuándo llegó abajo creo que tuvo un orgasmo porque se quedó sobre el pecho de papá y ligeros espasmos recorrían su cuerpo.

Para entonces yo estaba cardiaca perdida y mientras con la mano izquierda sujetaba el trasero de Yoli y empezaba a apretarla, con la mano derecha agarró mi plug y empezó a sacarlo y meterlo. Yo chillaba de placer, pero mi hermana gritaba por lo mismo y tuvo un par de orgasmos más antes de que papá se corriera y la llenara la vagina con su leche. Yo también me corrí.

Durante un buen rato, papá estuvo acariciando y besando a Yoli para tranquilizarla mientras la mantenía penetrada y seguía sobeteando el trasero.

—¿Qué tal mi amor, te ha dolido? —la preguntó cuándo vio que volvía en si.

—No papi.

—¿Y te ha gustado?

—Si papi.

—Muy bien: buena chica.


Papá la apartó con cuidado y la dejó tumbada a mi lado. Permanecía con los brazos inmovilizados en la espalda y papá trajo unos grilletes y se los puso en los pies. Después me cogió a mi y me puso de rodillas junto a la cama dónde el se había sentado.

—Cariño, vamos a empezar a entrenarte la garganta, —dijo atrayéndome hacia el pegando su pecho al mío. Me enseño un consolador muy largo de gelatina y relativamente grueso de color verde fosforito—. Te tiene que entrar unos veinte centímetros y no vamos a parar hasta que lo consigas.

No tuve tiempo a decir nada porque inmediatamente me agarró del pelo, tiro hacia atrás para que mi boca quedara abierta y hacia arriba y empezó a meter el consolador. Las primeras veces, en medio de arcadas y algo de vómito, me entró solo la mitad, pero papá siguió imperturbable metiendo y sacando el consolador y más de una hora después, entraba con facilidad la longitud requerida.

Apestaba a vómito. Papá me dejó tirada en el suelo descansando totalmente envuelta en sudor. Se acercó a Yoli, se sentó en la cama, la puso sobre sus rodillas y sin más empezó a aplicarla en castigo diario de la misma forma que las primeras veces. Diez azotes, estimulación vaginal y vuelta a empezar. No hace falta decir que Yoli se corrió.

Después me tocó a mi. Me agarró del pelo para inmovilizarme y allí en el suelo empezó a darme azotes. Esta vez no me estimulo sino que me dio los treinta azotes de tirón. Yo chillaba de dolor e intentaba patalear, pero no podía por los grilletes de los tobillos. Después me puso de rodillas y metió la mano en mi entrepierna agarrándome el chocho con fuerza.

—¡Córrete zorra! —me ordenó y casi instantáneamente tuve un orgasmo mientras me apoyaba en su brazo. No me lo podía explicar, pero ocurrió.

Me dejó descansar un momento y después me quitó las esposas y los grilletes. Me ayudo a levantarme y me llevo al baño. Entramos en la ducha y me estuvo lavando concienzudamente. Me envolvió en una toalla de ducha y cogiéndome en brazos me llevó a la cama dónde seguía mi hermana. La quitó también las esposas y los grilletes y nos colocó una a cada lado.

—Vamos a dormir un poco, —y nos quedamos dormidas.


 

Abrí los ojos en la penumbra de la habitación y noté a mi lado el calido cuerpo de papá. Mi mano reposaba sobre su pecho y mi muslo intentaba rodearle. La oscuridad total la rompía la fina luz que entraba desde la puerta entreabierta del baño dónde la luz estaba encendida. Me incorporé levemente y vi a mi hermana durmiendo despatarrada con la mano de papá en su vagina. Tenía unas ganas terribles de meterme la polla de papá en la boca. Resbale hacia abajo con cuidado para no despertarles y cuándo la tuve a mi alcance la atrapé. Me encanta tenerla en la boca y que crezca en su interior hasta que la llena. No pude reprimir una punzada de placer en el clítoris cuándo noté su mano acariciándome la cabeza. Abría la boca, sacaba la lengua y me la metía hasta el fondo relajando la garganta. A pesar del entrenamiento de papá tuve un par de arcadas, pero no llegue a vomitar, al contrario, me excitaba. Papá me hizo subir hacia arriba y vi cómo con la otra mano estaba masturbando a mi hermana: la tenía aprisionada con los muslos mientras de abrazaba al brazo de papá y gemía sin descanso. Empezó a morrearme mientras frotaba mi chocho con su cuerpo. Sentí a mi hermana correrse y noté cómo el deseo se apoderaba de mi, pero papá no me dejó apartando mi pelvis. Me siguió morreando mientras papá indicaba a mi hermana que se la chupara que solicita empezó a hacerlo.

Apartó a mi hermana y poniéndome bocarriba me subió las piernas separándolas y empezó a chuparme la vagina. Cuándo estaba a punto de llegar al orgasmo paraba, me daba unos azotes y volvía a empezar. Lo repitió varias veces mientras mi hermana pugnaba para seguir chupándole la polla. Al rato ordenó a mi hermana que trajera el lubricante y me lo pusiera en la vagina. Rápidamente lo hizo y también lubricó su polla.

Finalmente, se tumbó sobre mi, me rodeó con sus brazos y muy suavemente me penetró. Sentí una molestia inicial y luego un placer inmenso. Me folló muy lentamente. Le rodeaba con las piernas mientras mis manos le acariciaban el trasero. Sentía cómo sus nalgas se ponían duras con las acometidas. Tuve varios orgasmos mientras papá seguía imperturbable, hasta que finalmente eyaculó, su cuerpo se tensó y dejó escapar un par de leves gruñidos.

Se quedó sobre mi, pero apoyando el peso de su cuerpo en los codos mientras me llenaba de besos. Al mismo tiempo, Yoli se tumbó sobre el y le abrazó por la espalda.

Puedo decir sin temor a equivocarme que en ese momento fuimos totalmente felices. El sentirme poseída y penetrada por papá, el ser suya, de su propiedad, para mi era y sigue siendo lo máximo a lo que podía llegar.


 

Después de desvirgarme estuvimos un rato largo abrazados los tres: con su polla en mi interior y saboreando el momento.

La verdad es que nunca he tenido claro cómo llegamos a ese punto, porque unas semanas antes mi vida sexual se reducía a hacerme un dedo cuándo oía chillar a mama. La verdad es que no es exacto. Cuándo papá entró en nuestra vida sexual unos meses después de morir mama, mi hermana y yo ya nos comíamos el chocho. Pero da igual, papá entró con la potencia de un Ferrari y la delicadeza de un bailarín clásico. Nos hizo suyas y nosotras estábamos encantadas.

Seguimos durmiendo hasta que las primeras luces de nuevo día rompieron a duras penas las brumas de la noche. Eran más de las ocho de la mañana porque cómo había anunciado papá la tarde anterior estaba nevando.


Preparamos unos bocadillos, nos pusimos la ropa de senderismo, las raquetas de nieve y salimos directamente de casa en dirección al puerto de La Fuenfría. Por supuesto no llegamos, pero después de mucho esfuerzo por la nieve acumulada y la que seguía cayendo, llegamos a la zona de los miradores. Allí nos comimos los bocadillos e iniciamos el regreso a casa. Papá nos iba arreando cómo a las ovejas, porque según nos informó, esto lo íbamos a hacer siempre que tuviéramos ocasión, además de cumplir el punto décimo del contrato. Quería que fortaleciéramos músculos.

—Quiero que en seis meses marquéis abdominales, —nos ordenó—. Las dos. ¿Esta claro?

—Si papá.

Llegamos a casa a eso de las seis de la tarde empapados en sudor por el esfuerzo. Nos quitamos las raquetas y las botas y subimos a la habitación. No nos dejó ducharnos. Cuándo nos quitamos la ropa puso inmediatamente a Yoli de rodillas y la metió la polla en la boca, pero no la dejó que chupara, simplemente la mantuvo en su interior mientras la acariciaba el pelo.

—Ali, prepara a tu hermana, —me ordenó—. Coge la cinta de embalar y sujeta los brazos de tu hermana cómo ya sabes. Ponla grilletes en los tobillos, lubrícala y después con un vibrador la follas desde atrás.

Rápidamente cumplí la orden y mientras metía el vibrador a mi hermana notaba cómo el deseo me envolvía. Arrodillada a su lado, y mientras con la derecha manejaba el vibrador, con la izquierda la sobaba las incipientes tetillas y la besaba olisqueando su espalda: me encanta cómo huele porque me recuerda a mama.

Mientras mi hermana jadeaba en busca del orgasmo, miré a papá, que seguía con la polla en la boca de Yoli, pero sin follarla.

—Mi leche ahora es para ti, —me dijo con una sonrisa—. Cuándo terminemos con tu hermana te voy a echar un polvo que te vas a cagar pequeña zorra: esta noche ya me la follaré a ella.

Inmediatamente una punzada de placer me atravesó la vagina e instintivamente acelere la acción del vibrador mientras con la mano izquierda empecé a estimularla el clítoris. Finalmente, mi hermana empezó a berrear y se corrió cómo una perra. Suavemente la dejó caer al suelo dónde se quedó tumbada.

Me cogió de la mano, me llevó a la cama y nos tumbamos.

—Vamos zorra, lubrícame la polla, —me ordenó imperativo. No se que fue, si el tono de la orden, el insulto o las dos cosas, pero lo cierto que nuevamente una punzada de placer me atravesó la vagina. Papá se dio cuenta e insistió—: te voy a follar cómo la zorra que eres.

Me puso a cuatro patas y agarrándome por las caderas me penetró y empezó a follarme con furia. Desde el primer momento empecé a gemir. Me agarró por el pelo y tiró hacia atrás haciéndome arquear la espalda. Las tetas se me dispararon hacia delante y me mantuvo así mientras me daba azotes con la mano libre, aunque en ocasiones dejaba de hacerlo para pellizcarme los pezones. Tuve un orgasmo tremendo y al poco tiempo otro. Finalmente, papá se corrió mientras emitía pequeños gruñidos. Siguió insistiendo hasta que a los pocos segundos tuve otro orgasmo y ya me dejó caer en la cama.

—Papá, tengo un antojo… y Yoli también, —dije cuándo me recupere.

—¿Yo también? —preguntó perpleja mi hermana que seguía atada en el suelo.

—Sí, tu también. Nos apetece cenar chuletas de cordero…

—Si, eso si me apetece papi.

—…pero en la parrilla de fuera: a la brasa.

—Mi amor, eso se tarda en preparar y esta nevando mucho: vamos a cenar tardísimo, —dijo papá levantándose para desatar a Yoli.

—Mañana no tenemos que madrugar papi que es domingo, —apoyó Yoli subiéndose a la cama y abrazándose a mí—. Venga, di que si ¡Jo!

—Papá, porfa. Además, nos prometiste que nos darías vino.

—¡Joder! Venga vale, —dijo finalmente mientras las dos nos poníamos a dar saltos de alegría sobre ella y yo notaba cómo la leche de papá se escapaba de mi vagina y resbalaba por la pierna. Papa se echó a reír cuándo nos vio hacer las payasas y mientras se vestía después de secarse el sudor del cuerpo.

Nosotras nos fuimos a la ducha corriendo mientras se terminaba de preparar. Finalmente, salió a patio ataviado con botas y con el anorak de plumas. Primero metió leña en la parrilla y la prendió fuego, y luego con una pala empezó a quitar la gran cantidad de nieve que había acumulada. Nevaba con intensidad, pero cómo no soplaba el viento los copos caían lacios y gordos.

Nosotras seguíamos haciendo las payasas. Desde la ventana de la cocina no hacíamos más que intentar comprometer a papá que se reía y de vez en cuándo soltaba una carcajada. Pegábamos las tetas al cristal, yo más que mi hermana que todavía tiene poco. Nos morreábamos descaradamente, pegábamos los traseros al cristal y entreabríamos la ventaba y le tirábamos bolas con la nieve que había en el alféizar. También hay que decir que en una ocasión papá nos coló una bola cuándo abríamos la ventana y dio de pleno en nuestros cuerpos desnudos y calientes. ¡Qué frío!

Finalmente, papá termino de asar las chuletas y entró en casa dónde todo estaba


preparado. Le ayudamos a quitarse la ropa y abrazadas a él le llenamos de besos. Empezó a ponernos las manos frías encima y nos persiguió por la cocina mientras huíamos gritando y riendo. Al final todo se tranquilizó y mientras nos sentábamos papá bajo a la bodega a por una botella de vino. Eligio un tinto suave: pensó que nos gustaría más. Nos sirvió una copa a cada una y para el también. Desde aquel día el vino es mi bebida favorita.

—Papi. ¿lo que tenemos en el culo para que es? —preguntó de repente Yol


i interrumpiendo una conversación que estaba siendo amena y divertida.

—¿Es que no te gusta tenerlo? —preguntó finalmente papá después de estar unos segundos mirándola.

—Si me gusta, sobre todo cuándo me siento, pero…

—Es para que el conducto no sea tan estrecho.

—¿Por qué? —preguntó otra vez Yoli después de meditar unos momentos.

—Porque cuándo estés preparada, te voy a hacer el amor por ahí. igual que por tu chochito o por la boca.

—¡Es muy gorda! No me entra.

—Pareces boba Yoli, —intervine yo impaciente—. Por eso llevamos eso en el culo, para ensancharlo y que entre.

—¡Jo papá! Mira a Ali.

—Ali no te metas con tu hermana, —dijo papá con paciencia, y después mirando a Yoli añadió—: de todas maneras tu hermana tiene razón… salvo en lo de boba. Mañana os lo voy a cambiar por uno más grande, y otra cosa, mañana vamos a ir a Navacerrada en el funicular si han despejado la vía.

Terminamos de cenar tardísimo, a eso de las doce de la noche y pillamos un pedo importante, sobre todo Yoli que se quedó K.O. y eso que solo fue una copa pequeña.

Papá nos subió en brazos al dormitorio: primero a Yoli que estaba cómo muerta y luego a mi. Con Yoli K.O. sobre la cama, se sentó en el sillón conmigo sobre su regazo. Lo recuerdo todo cómo en sueños y que la habitación se movía un poco. Recuerdo a papá morreándome y pasando sus manos por todo mi cuerpo. Las recuerdo en mi chocho un poco adormecido. Recuerdo que papá me puso a horcajadas sobre su polla y me penetró. Recuerdo que mientras me follaba me comía las tetas


. Recuerdo que lo que me hacia me resultaba placentero pero si tuve algún orgasmo no me entere. Lo último que recuerdo es estar sobre su pecho mientras me penetraba.


Por la mañana la luz del sol entraba con fuerza por las rendijas de la persiana. Una luz que me hería los ojos y me atravesaba el cerebro. A mi lado palpé el cuerpo de mi hermana que seguía muerta. La zarandeé un poco y note cómo se movía. Papá entró por la puerta y subió la persiana e instintivamente las dos nos tapamos la cabeza con el nórdico. Pero no nos dio tregua, tiró de él y lo dejó sobre el sillón mientras nos quejábamos.

—¡Vamos Ali! Arriba, —me dijo dándome un azote en el trasero—. Que quien madruga Dios le ayuda.

—Eso es una chorrada papá, —rezongué provocando su carcajada.

—Abre la boca, —me ordenó después de atraerme hacia el. Le obedecí y me metió una pastilla muy gorda dentro y me dio a beber agua—. Es un analgésico, porque seguro que te duele la cabeza.

Hizo lo mismo con mi hermana después de despertarla con mucho trabajo. Tuvo que emplear algo de fuerza: azotes en el trasero y unas tortitas en la cara.

—Vestiros con las cosas de senderismo que vamos a subir a Navacerrada: he llamado a la estación y han despejado la vía.

Nos vestimos con la ropa de nieve, botas y las raquetas en nuestras mochilas y salimos hacia la estación que esta a escasos doscientos metros. Subimos al puerto con un tiempo excepcional, pero con mucho frío. Desde allí, con papá fustigándonos implacable y siempre con las raquetas de nieves fuimos al puerto de la Fuenfría y desde allí, por la calzada romana hasta la puerta de casa: unos trece kilómetros. Llegamos muertas a eso de las cinco de la tarde.

Subimos al dormitorio y nos empezamos a quitar toda la ropa para ducharnos.

—Ali, dúchate tu primero que tengo que tratar un tema con Yoli.

Así lo hizo, y cuándo salí Yoli estaba despatarrada sobre la cama y papá sobre ella la tenía penetrada y la follaba con mucha calma: sin prisas. Casi no se la veía debajo de papá. No lo pude remediar y me tumbe a los pies de la cama para ver el espectáculo. Desde mi posición veía nítidamente cómo la poderosa polla de papá entraba y salía del interior de Yoli. Al empujar, el plug del ano se salía un poco para acto seguido volver a entrar. Mi hermana empezó a gemir y yo llevando la mano a la entrepierna empecé a masturbarme mientras me acercaba más. Llegué a estar a una cuarta de la vagina de mi hermana y de la polla de mi padre. Estaba tan cerca que creo que me salpicaban las gotitas del flujo de Yoli que se escapaban cada vez que papá apretaba. Cómo ya empieza a ser habitual en nosotras mi hermana se corrió varias veces y cuándo mi padre fue a eyacular, rápidamente se salio de Yoli y sujetándome la cabeza me la metió en la boca llenándomela de leche mientras llegaba al orgasmo.


 

Mientras papá y mi hermana se duchaban, yo me quede tirada en la cama degustando el sabor del esperma de mi padre.

Entre unas cosas y otras, cuándo bajamos al salón eran ya más de las seis y pico de la tarde y decidimos no comer y cenar más pronto, a eso de las siete. Le convencimos para que encendiera otra vez la parrilla y para evitar las prisas de la noche anterior echó unos troncos y los prendió fuego. Después regreso al salón, se quito la ropa y se sentó en el sillón con una copa de whisky en la mano. Hicimos ademán de meternos entre sus piernas cómo otras veces, pero no nos dejó.

—Quedaros ahí juntas que os voy a sacar unas fotos, —cogió su móvil y nos sacó una foto a las dos juntas de frente. Después nos puso de espaldas, nos sacó otra y un primer plano de nuestros traseros con los plug. A continuación nos dijo que nos abrazáramos y que nos besáramos en la boca y nos sacó un par de ellas, para después grabarlo en video—. Lo habéis hecho muy bien y ahora quiero que cada una se ponga a horcajadas sobre mis pies y os empecéis a masturbar las dos a la vez, y quiero que os corráis al mismo tiempo.

Sin decir nada cada una se puso en un pie de para empezar a masturbarnos. Notaba el dedo gordo de papá en el interior de mi vagina y eso me daba un placer enorme. Mire a mi hermana y vi que ya estaba cómo en trance y decidí acompasarme con ella. Cómo deseaba papá, las dos nos corrimos al mismo tiempo: fue un orgasmo largo y ruidoso. Papá lo gravo todo, desde que estábamos de pie hasta que nos quedamos exhaustas y sudorosas.

—Yoli mi amor, sube a la habitación del dormitorio, y en el mueble de los juguetes, en el cajón de arriba de la derecha hay varias cajas: trae las dos que tienen un 2 pintado con rotulador, y una toalla. ¿Quieres cariño?

—Si papi, —y salio corriendo escaleras arriba. Al momento bajó con las cajitas y la toalla y se lo dio.

—Muy bien mi amor, —y haciéndola una indicación para que se tumbara sobre sus piernas añadió—: pues tú la primera. Además, tenemos pendiente el castigo.

La quitó el plug que llevábamos desde hace cinco días y que solo nos quitábamos para hacer nuestras necesidades, y la limpio con la toalla igual que al plug. Después abrió la caja y sacó otro del mismo color pero más grande. Lo mojó con la boca, la separó las nalgas con los dedos de la mano izquierda, colocó el plug en la entrada y empezó a apretar suavemente hasta que entró con una queja de Yoli. Todo el proceso lo gravé con el móvil de papá. A continuación me tocó el turno a mi mientras Yoli me grababa.

Ya nos habíamos acostumbrado al pequeño, y estos que eran un poco más grandes se notaban y mucho, sobre todo al sentarnos y al andar.

Llegó la hora de la cena. Papá salió al exterior para prepararlo mientras nosotras volvíamos a montar el numerito, y después nos sentamos a la mesa y devoramos más que cenamos. Desde el desayuno no habíamos metido nada para el cuerpo que no fuera una barritas energéticas y la polla de papá.

Después de cenar y recoger estuvimos jugando a un juego de mesa y finalmente subimos al dormitorio. En la cama, una a cada lado de papá nos estuvimos morreando por encima de él hasta que finalmente nos puso a cuatro patas una al lado de la otra. Programó el móvil para que le avisara cada treinta segundos y nos empezó a follar. Cuándo sonaba la alarma, cambiaba, y así hasta que se corrió en la cara de las dos.

Después de asearnos un poco, principalmente para limpiarnos la cara, nos metimos en la cama y Yoli automáticamente se quedó dormida incluso antes de que papá apagara la luz.

—Ali, mañana va a ser un día especial para ti, —me anunció atrayéndome hacia el después de comprobar que mi hermana estaba K.O. Instintivamente me abrace a él y pasé la pierna por encima. Complacido papá me la acaricio desde la nalga hasta el pie—. Voy a hacer un experimento contigo.

—Si papá.

—¿No quieres saber de que se trata?

—Me da igual papá.

—Puede que sea algo que no te guste o que sea desagradable.

—No importa.

—De todas maneras te lo voy a decir. He notado que cuándo te castigo con los azotes te gusta y que sientes placer, —dijo papá mientras con la mano empezaba a juguetear con el plug anal—. Al menos esa es la impresión que tengo: no se si estaré equivocado.

—No papa: es cierto.

—Bien. Mañana por la mañana vamos a pasar a la habitación del pánico y te voy a torturar. Te voy a provocar mucho dolor con la mano, con látigos: con muchas cosas, —mientras hablaba seguía jugueteando con el plug e instintivamente refugie la cara en su axila. Sus palabras me estaban excitando mucho y papá lo sabía—. Voy a seguir toda la mañana y no me importaran tus suplicas para que pare. Por supuesto, durante el proceso te voy a penetrar y por último, al final de la mañana, lo haré por el culo. ¿Lo tienes claro?

—Si papá, pero Yoli…

—De eso no te preocupes. Mañana, antes de que se despierte la voy a dar una pastilla y no va a despertar hasta la tarde, —papá seguía jugueteando con el plug y ahora cogiéndolo con firmeza empezó a sacarlo y meterlo—. Quiero que te quede claro que mañana vas a sufrir mucho y vas a gritar hasta quedarte ronca.

—¿Y si me oyen desde la calle? —pregunté cardiaca perdida.

—De eso no te preocupes, esa habitación esta insonorizada y no se escucha nada cuándo la puerta esta cerrada, —papá me levantó la barbilla y empezó a morrearme mientras seguía metiendo y sacando el plug—. Y ahora quiero que te corras.

Siguió besándome y esa orden me había producido un trallazo de placer que me atravesaba la vagina, empecé a jadear y a los pocos segundos me corrí mientras papá con sus labios en los míos respiraba mis gemidos.

Todavía estaba oscuro cuándo papá me despertó suavemente. Miré el reloj y vi que eran las 7:00. Cómo siempre, Yoli estaba cómo muerta.

—Quiero que vayas al baño a cagar, —me dijo con toda rudeza, algo inusual en él.

—No se si voy a poder papá, —respondí somnolienta.

—¡Inténtalo zorra! —me apremió—. De todas maneras te voy a poner un enema: te quiero con las tripas vacías.

—Si papá, —respondí y salté de la cama. Esa forma tan burda de hablarme, lo inquisitivo de sus palabras me excitó mucho y mientras me dirigía al baño mi mano se alojó en mi chocho. Justo antes de entrar le mire y vi que me miraba con sonrisa de suficiencia y eso me excitó aun más. No me pregunte por qué papá quería ponerme un edema. Simplemente era su deseo y para mi era suficiente.

Me quité el plug, me senté y por más que lo intenté no salio gran cosa. Me lavé y salí del baño. Papá estaba en la cama con la espalda apoyada en el cabecero y con la espalda de Yoli apoyada en su pecho. La tenía despatarrada y la acariciaba el chocho, pero seguía sin reaccionar.

—Ayúdame Ali. En el cajón de la mesilla hay un tubo de pastillas, saca una y trae el vaso de agua. Métesela en la boca.

Papá la abrió la boca y la introduje la capsula. Después la di unas tortitas en la cara y cuándo abrió los ojos la di de beber. Inmediatamente cerró los ojos y siguió durmiendo.

—No estoy seguro de que sea necesario darla nada, —dijo riendo mientras me miraba—. Bueno, vamos a lo nuestro zorra. Ponte a cuatro patas en el borde de la cama.

Inmediatamente le obedecí solicita mientras papá dejaba a Yoli. Sacó del armario una bolsa de plástico y se acercó a mí. Pasó el dedo por mi línea vaginal y el roce hizo que arqueara la espalda. Comprobó que estaba húmeda cómo suele ser habitual en mi cuándo estoy a su lado. Con la cinta de embalar me sujetó los brazos atravesados por la espalda y me quedé apoyada sobre los hombros y las rodillas, con el trasero totalmente expuesto a sus deseos. La cabeza la tenía girada hacia el espejo grande y podía ver todo lo que hacia. De la bolsa sacó una caja alargada de cartón de colores naranja y blanco y de su interior sacó una botella de plástico y una bolsita con varios utensilios. Cogió la botella y le instaló una cánula larga. Después sacó un tubo de goma de cómo un centímetro de grosor. Me extrajo el plug del ano y después de lubricarme un poco empezó a introducirlo. Metió mucho tubo y notaba nítidamente cómo de movía en mi interior cuándo papá lo giraba. Después, conectó la cánula de la botella al tubo y manteniéndola en alto empezó a apretarlo. Noté cómo el liquido me inundaba el intestino, el vientre empezó a abultarse y comenzó una sensación que no sabría explicar. De improviso papá me dio un fuerte azote en cada nalga y a continuación me metió el dedo en el chocho. Solté un gemido y noté cómo papá sacaba un poco de tubo y volvía a bombear. La sensación era terrible, pero cada vez que papá me rozaba el coño sentía un placer enorme. Repitió la operación varias veces hasta que la botella de vació. Extrajo todo el dispositivo y me colocó nuevamente el plug.

—Ni se te ocurra echar nada fuera, —me dijo mientras me daba media docena de azotes—. ¿Entendido?

—Si papá, —le contesté. Notaba cómo en mi intestino de había desatado una verdadera tormenta y un dolor cada vez mayor se instalaba en mis tripas. Hacia fuerza con el ano para mantener el plug en su sitio y que no saliera disparado cómo me había ordenado papá.

Me agarró fuerte del pelo y me obligó a incorporarme y salir de la cama. Me quedé de pie y las piernas me sujetaban de manera precaria mientras el dolor aumentaba. Mientras, papá colocó a Yoli en el centro de cama, bocarriba y con las piernas totalmente separadas. Durante un rato la estuvo acariciando mientras yo me encogía de dolor. Después la besó en la boca y se levantó acercándose a mi. Me agarró nuevamente del pelo y empezó a mover el plug con energía. Me retorcía de dolor.

—¿Quieres cagar zorra? —me preguntó.

—Sí, por favor, por favor papá…

—Primero te lo tienes que ganar puta zorra, —dijo agarrándome la cara con la mano y mirándome fijamente. Sin soltarme del pelo empezó a abofetearme y después me arrastro hasta el sillón. Se sentó conmigo arrodillada entre las piernas.

—Vas a empezar a chupar muy, muy, muy despacio, y cuándo me corra, solo entonces, te quitare el plug y terminare de limpiarte las tripas. Puedes empezar.

Rápidamente atrapé con los labios la morcillona polla de papá y empecé a masturbarle de una forma desesperantemente lenta. En ocasiones tenía que dejar de hacerlo porque los retortijones eran tremendos y dolorosos. Eso excitaba a papá y conseguí que la polla se le pusiera dura. El tiempo pasaba muy despacio y no lo conseguía hasta que por fin, papá se corrió. Me agarró fuerte del pelo otra vez y sacándola de mi boca se corrió en mi cara.

No me dejó levantarme. Agarrada por el pelo me llevo de rodillas hasta el baño, me sentó en el inodoro y me quitó el plug.

—Todavía no, —me ordenó. Me parecía casi imposible mantener todo en el interior y tenía que hacer verdadero esfuerzo. El dolor era tremendo mientras el me mantenía agarrada y tenía su rostro a escasos centímetros del mío. Finalmente, dio la orden—: ¡Ahora!

Sin exagerar fue cómo un cañonazo. Un enorme placer en embargó y si papá me hubiera tocado ligeramente el chocho me abría corrido cómo una zorra. El olor era tan terrible que incluso sentí náuseas.

—Hay que ver lo que cagas con lo preciosa que eres, —bromeó papá. Me mantuvo sentada en el inodoro durante un buen rato mientras lo soltaba todo. Incluso me masajeaba el vientre para ayudarme. Después, me limpio el culo, me llevó a la ducha y procedió a ducharme meticulosamente.

Ya estaba preparada para lo que quisiera hacer conmigo.

 

 

 

 


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